lunes, 26 de enero de 2009

De viajes y caminos

El aeropuerto es un lugar mágico, cruce de aventuras, ilusiones, deseos, miedos, encuentros, emociones... Cada persona con la que compartes espera va acompañada de una historia personal única y en ese lugar todas se cruzan como los destinos lo harán luego en el aire.

Hay motivos muy diversos para viajar y de todos ellos sólo las despedidas, del tipo que sean, parecen tener un componente negativo. Aunque toda despedida tiene sabor a reencuentro, el partir es el primer paso del retornar, igual que el retorno es el primer paso del marchar. A veces emprendemos viajes que deseamos con todo el alma, por el lugar, las expectativas o las personas que nos vamos a encontrar; otras lo hacemos a empujones, las menos contra nuestra voluntad y deseo. Son estos últimos viajes los más difíciles de de emprender, clavamos las uñas en el suelo y nos resistimos con todas nuestras fuerzas a partir, como si no entendiésemos que ese es el primer paso para un nuevo encuentro. Un encuentro que, sin duda, superará al anterior con algo diferente, más profundo, más avanzado.

Vivimos una vida en la que es imposible retroceder, no podemos ir hacía atrás por más que nos empeñemos, solo se puede avanzar, ir hacia delante. Como mucho, si le ponemos a la resistencia verdadero empeño, podemos conseguir movernos en círculos durante un tiempo, retrasar el avance, coger aire para afrontar el reto, fuerza para superar el miedo... pero, inevitablemente, no importa cuales sean nuestras resistencias, el único camino posible es hacía delante. En nuestros intentos vanos por no avanzar en ocasiones nos perdemos por angostos caminos que retrasan nuestro encuentro con el destino, o tratamos de coger siempre el mismo camino con la fantasía de que alguna vez nos lleve a otro sitio, somos capaces de parar a descansar cada dos pasos, pero no podemos luchar contra nuestra esencia de seres vivos que nos dicta que solo podemos estar en movimiento. El día que conseguimos quedar completamente estáticos morimos y ese es otro viaje que suena a apasionante, por lo menos por lo desconocido de su destino.

Hay personas que recorren veloces el camino, sin mirar a los lados, como si transitasen por un terreno hostil en el que pararse significase poder ser agredidos. en el otro extremo encontramos aquellos que se tumban en el camino, se aferran al suelo y avanzan reptando, milímetro a milímetro, en la dolorosa seguridad de sus camas abrigadas por enfermedades o depresión. Existen mil posibilidades y, entre ellas, están en el centro las personas que avanzan al ritmo que les marca la vida, que se dejan fluir por lo que el destino les pone en su camino, a veces zonas de peligrosos rápidos, a veces lagos de aguas tranquilas, pero siempre disfrutando de la belleza de los lugares por los que transitan, por mucho que esta belleza esté a veces escondida tras zonas oscuras. Son personas que se llenan con lo que cada uno de los compañeros de viaje que se encuentran les ofrece, sean regalos o difíciles retos; que se dejan seducir por las piruetas del destino confiando en la sabiduría última del Universo, son esas personas que han encontrado la magia del equilibrio y que desde la admiración y el agradecimiento son libres, fin último de todo viaje, empiece este en un aeropuerto o en el primer paso que damos tras salir de la cama.

Buen viaje!

martes, 20 de enero de 2009

De luchas eternas y Unión.

El cuerpo salía de aquel torbellino de sensaciones sin aliento. Había transitado muchas veces esa batalla, desde su posición inicial de testigo mudo hasta el resultado final, donde siempre acababa siendo la víctima.

Era una lucha de esas absurdas en las que los contendientes no entienden que en realidad están luchando por lo mismo, que no sólo no son enemigos sino que en realidad tienen un único fin aunque los caminos para llegar a él sean tan diferentes, quizá tan diferentes que se necesitaban el uno al otro para estar equilibrados. El corazón luchaba por abrirse, entregarse, regalarse, quería volar olvidándose de todo. La mente echaba anclas, se recogía en si misma, levantaba defensas, inmovilizaba. Uno quería tocar el cielo con las manos mientras que la otra enraizaba bien los pies en la tierra. Para un observador externo podría resultar obvio el juego, era fácil descubrir la paradoja, el resultado de la lucha era exactamente el mismo que si se dieran la mano y caminasen juntos.

Pero ninguno estaba dispuesto a renunciar a su esencia, los dos se empeñaban en hacer las cosas a su manera y no estaban dispuestos no solo a abrirse, sino a si quiera escuchar lo que el otro les proponía. Peleaban con una fuerza que iba incrementándose según aumentaba el dolor de sus heridas, sin querer mirar el espejo que reflejaba silencioso que el daño que se infringían era a sí mismos y no a ningún enemigo al olvidar que estaban peleando contra esa parte de sí mismos que no aceptaban. Ambos podían ver claramente lo que al otro le faltaba y se esforzaban por dárselo, por imponer el aprendizaje. Ambos estaban ciegos a lo que ellos necesitaban, sin duda era mucho más fácil pelearse contra el otro que enfrentarse a los miedos que ellos mismos albergaban.
Por eso era una lucha eterna, cuanto más quería la emoción desbocarse y mostrarse plena más muros ponía la mente ante aquel desbarajuste que era imposible controlar. Cuantas más razones lógicas, concretas y bien argumentadas proponía la mente más enloquecía, gritaba y se descontrolaba la emoción.

El alma mientras les miraba compasiva, sin querer intervenir aunque mandándoles señales claras de que no tendrían más remedio que entenderse. A veces les mandaba un dolor de cabeza, directamente dirigido a la mente, a veces una opresión en el pecho que no dejaba respirar con intención de despertar a la emoción, y a veces el mensaje era para ambas, picores en la piel, problemas intestinales difíciles de digerir, constipados que les encerraban en casa juntas o incluso, en las situaciones más urgentes, enfermedades graves que les obligaban a permanecer durante días en la pequeña y neutral habitación de un hospital donde era imposible no preguntarse que ocurría y donde de hecho solían abrirse, la mayoría de las veces solo momentáneamente, para dialogar.

En las ocasiones en las que el alma se desesperaba, solía pedir ayuda a otras para juntas jugar a organizar casualidades que o bien iban enfocadas a avivar la pasión de la emoción cuando ésta se daba por vencida, o bien producían situaciones imposibles de explicar para tratar de abrir los férreos controles de la mente. En las situaciones más difíciles creaban sincronicidades tan potentes que funcionaban sobre las dos a la vez y mente y emoción tenían que abrazarse para no caer. Y era durante ese abrazo cuando todo el cuerpo se iluminaba, los músculos y otros órganos se llenaban de fuerza y energía, el corazón se inundaba libremente de emoción al ser protegidos los límites por la razón y ésta se desbordaba en creatividad, signo inequívoco de la influencia directa de la emoción. Pero mantener el abrazo era difícil y antes o después la mente cambiaba la creatividad por pensa-mientos o la emoción, en un arrebato, se saltaba los límites y se perdía en ensoñaciones, fantasías o dependencias y el cuerpo físico volvía a ser el que pagaba el precio del desgarro y la separación.

Pero el Alma, que tenía conexión espiritual con todo y cuya especialidad era la Unidad, con la paciencia que le otorgaba su sabiduría les daba otra oportunidad, quizá esta vez de una manera que no pudieran imaginar y ante la que, por mucho miedo que albergasen, no pudieran escapar.

lunes, 5 de enero de 2009

Transición de caminos

Son días estos de echar una mirada atrás antes de dejar el año pasar, uno más.

Entre las múltiples experiencias, los diferentes caminos recorridos, hay algunos que lucen con luz propia esos que han hecho de algunos instantes del año tremendamente especiales. Aunque supongo que cuando los caminos no acaban en el lugar esperado dejan un poso de amargura, una sensación de frustración, de dolor, que a veces es capaz de inundar todo el alma hasta tornarlo todo en oscuridad. Pero el tiempo, aliado, se encarga de ir secando esa sensación de opresión dolorosa y la va resquebrajando hasta abrir vías que permiten descubrir que aquello que sentía el corazón era verdadero y que si el camino acabó en un lugar imprevisto, inesperado o no deseado, era por un motivo concreto y al verlo con cierta perspectiva cobra todo su sentido.
Podemos pelearnos contra la realidad todo lo que queramos pensando que esto o aquello fue mal o tenía que haber sido diferente cuando en realidad todo cumple una función perfecta en nuestra misión más importante: crecer.

Me recordaba una persona de luz hace poco una frase de un post del año pasado "no conseguir lo que uno desea, a veces, es un auténtico golpe de suerte", yo hoy le quitaría el "a veces" porque no hay nada de lo que nos pase que no nos aporte lo mismo de bueno que lo que juzgamos nos ha aportado de malo. Sólo tenemos que cambiar las gafas con las que lo observamos, el juicio estrecho con el que lo evaluamos o ampliar la perspectiva con la que lo estamos observando para descubrir toda su perfección y estar agradecidos por ello.

Pero a veces, estamos tan ocupados quejándonos de aquello que no podemos cambiar que se nos olvida lo que si podríamos cambiar: nosotros mismos.

Y así, echando la vista atrás descubro que el año 2008 ha sido perfecto, dejándome volar entre las nubes descubro lo que había detrás de las montañas que me toco escalar, observo que todavía no se lo que se esconde detrás de otras que fueron especialmente duras pero se que antes o después lo descubriré, disfruto de nuevo de las imágenes de esos valles frondosos que tantas sensaciones me despertaron y que con su recuerdo vuelven a pintar una sonrisa en mi cara y a activar mi alma. Observo caminar a todas esas personas que me han acompañado en los diferentes caminos emprendidos, algunas me han cogido tiernamente la mano, otras me han guiado, con algunas compartí escaladas, con otras me deje caer montaña abajo resbalando por la fresca hierba empapándome de todos sus olores, unas pocas me empujaron fuera del camino para que otras me tendieran una mano y me metieran de nuevo dentro o, simplemente, para que fuese yo el que me equilibrase y volviera a mi sendero con más fuerza.

Y observo todo lo que me ha aportado el 2008 y me siento plenamente preparado para empezar a transitar lleno de ilusión y energía el 2009 ¿y por qué lo se? porque siento que lo estoy observando todo, absolutamente todo, con amor.

Un abrazo y feliz trayecto!

viernes, 2 de enero de 2009

Año de reinas

En 2008 han muerto en manos de sus "parejas" 72 mujeres y no quiero imaginar cuantas han sufrido malos tratos. Mi deseo para el 2009 es que este sea un año de reinas...