martes, 29 de abril de 2008

Más sobre sentimiento

¿Es un sentimiento una mentira del sentir? No... no lo creo... Primero
sentimos, y después razonamos... Primero se despierta nuestra memoria corporal y después, esa memoria que encuentra racionalizaciones, o justificaciones....
Si que podríamos decir que un pensa.miento es la mentira de lo que pienso (al fin y al cabo pensamos lo que queremos pensar... no?) pero el sentimiento es, entre el sufrir(miento) y el pensar(miento) la excepción que confirma la regla.

Los sentimientos se escuchan. O al menos, deberíamos... Los sentimientos son esa brújula interior que nos avisa cual es nuestro norte.... Los sentimientos son ese termostato interior que nos marca la temperatura perfecta... si lo que vivimos está bien, o mal, no fuera, sino dentro de nosotros... Los sentimientos hacen que, en ocasiones, cometamos errores... pero es que yo aprendí que se aprende errando que no borrando... Los sentimientos son la sangre de la emoción que me recuerda que estoy viva. Los que no tienen la capacidad de sentir, y por tanto de comunicar lo que sienten, están enfermos (alextitima) ... Los sentimientos son como el dolor: Necesarios... Imprescindibles. Sin dolor morimos. Sin sentir morimos. Existe una enfermedad (considerada "rara") por la que no hay respuesta al dolor. Analgesia Congénita. Insensibilizados al dolor. Y eso, que a los que nos duele el corazón nos
resulta la panacea.... es, inexorable, directa causa de muerte. Si no siento dolor: muero. Si no siento... muero.

Quizás esa sea la única mentira del senti-miento... que mintiendo a los sentidos nos alejamos del verdadero sentido : el de sentir...

Julieta

martes, 22 de abril de 2008

Senti-miento

Hablando del sufri-miento Tot propone el tema del senti-miento (mi consejo es que leaís el anterior post antes que este para poneros en contexto). Y siguiendo con el mismo concepto los senti-mientos deberían ser las mentiras del sentir. Cuando algo ocurre a nuestro alrededor nuestro cuerpo reacciona, dependiendo de lo acontecido lo hace en un sentido o en otro, pero siempre con un objetivo concreto: protegernos.

Esas reacciones se llaman emociones, parece que ocurren desde dentro del cuerpo y suelen venir acompañadas de un monton de sensaciones corporales, a veces tan intensas que asustan. Cuando son positivas esas sensaciones son estupendas y no conozco a nadie que no se las permita (a no ser que alguna instrucción recibida en el pasado no de permiso para sentirlas, entonces el miedo sería más fuerte y haría que las abortasen). Pero ocurre que a veces esas sensaciones son molestas y por eso hay personas que han tildado esas emociones de negativas. Entre las que tienen esta etiqueta se encuentran la tristeza, el miedo y la rabia. ¿Negativas? cuando nos hacemos una herida física, por ejemplo rompernos un brazo, ¿que hace el cuerpo? inmovilizarse para proteger esa parte herida y permitir que vaya curándose. Pues la tristeza es el mismo proceso natural cuando nos hacemos una herida emocional, necesitamos ese momento de pararnos y sentir para que la herida pueda cicatrizar ¿es eso negativo?.
¿Y el miedo? ¿negativo? ¿que ocurriría si no tuviesemos miedo? En el hospital desde el que ahora escribo es a veces difícil coger un ascensor, sería mucho más rápido, directo y fácil bajar tirándose por la ventana (mi consulta está en el cuarto piso) ¿que lo impide? pues el miedo, el mismo que nos hace frenar al llegar a una curva peligrosa o agarrarnos cuando tenemos el precipicio demasiado cerca ¿es eso negativo?
Luego está la rabia, si fuesemos paseando con nuestro hijo y alguien viniese a raptarlo o a pegarle ¿desearíamos no sentir rabia y estar relajados? ¿o preferiríamos tener esa fuerza extra que nos da la noradrenalina para defenderlo lo mejor posible? ¿es eso negativo?
Las emociones están ahí y todas tienen su sentido, utilizadas a tiempo son beneficiosas y tienen una utilidad, aunque bien es cierto que fueron creadas hace miles de años para defendernos de un entorno cuyos peligros son muy diferentes a los de ahora, que normalmente no son peligros de vida o muerte y por eso muchas veces parecen algo desajustadas.

¿Qué hace entonces que tengamos problemas con ellas? Pues las mentiras de la mente tratando de controlar las emociones. Nuestra mente inteligente se siente muy mal cuando no lo controla todo así que crea los senti-mientos que son emociones mezcladas con pensa-mientos, por favor Tot dame un respiro y deja estos para otra semana ;). Cuando la mente trata de controlar las emociones, éstas dejan de ser naturales y es cuando empiezan a ser verdaderamente negativas (aquellas que están relacionadas con emociones defensivas, las relacionadas con la alegría son muy estimulantes aunque quizá eso no haga que se libren de su cupo de mentira) porque como en el caso del dolor y el sufri-miento las emociones suben y bajan, siguen su proceso pero los senti-mientos son mucho más duraderos, se enganchan, se hacen circulos viciosos, controlan las emociones y a veces hacen que estás se enquisten. Así, en sentimientos como por ejemplo la culpa, el pensamiento "en el pasado he hecho más cosas buenas que malas" "le he hecho daño a alguien", etc. hace que se dispare la emoción de rabia (la que defiende de un peligro) hacía nosotros mismos que somos los identificados como peligrosos, pero mientras dura la mentira (según la física cuántica todo está en equilibrio y es imposible que los átomos tengan más negativo que positivo o viceversa, en cuanto eso ocurre el átomo queda en desequilibrio y tiende a buscar y a atraer otros que lo compensen, así un átomo al que le quitamos un electrón (el negativo) queda cargado positivamente y buscará el negativo, y si quitamos un protón (la carga positiva) queda cargado negativamente y atraerá o buscará el positivo para volver a su estado natural de equilibrio. Todo en el Universo está formado por átomos... ¿por qué los seres humanos tendrían que funcionar diferente?). Repito, mientras dura la mentira de que hemos hecho mal sin haber hecho bien a la vez la rabia permanece activada y nunca pasa. El odio es otro ejemplo en el que la rabia se dirigiría hacía el afuera, hacía el otro, de nuevo alentada por el pensamiento "el otro me ha hecho daño" y mientras dure el pensa-miento dura la emoción con la que reacciona nuestro cuerpo.

Si dejamos de mentirnos y simple-mente nos dejamos sentir nuestras emociones estaremos en un estado de equilibrio que, sin duda, es mucho más placentero que la esclavitud de cualquier senti-miento. Eso enseña el budismo y estoy seguro de que a eso tenderemos los psicólogos si queremos ayudar a superar el malestar que provocan los pensa-mientos que excitan emociones convirtiéndolas en senti-mientos.

Para más información sobre el equilibrio recomiendo la lectura del libro "La experiencia descubrimiento", del maestro que me lo enseñó el Dr. John Demartini.

Sufri-miento

Durante esta última semana me han venido a visitar con mucha fuerza dos conceptos que ya traté con referencia al amor en otra entrada. Durante el fin de semana, durante la intervenicón con los supervivientes del accidente de autobus de Benalmádena, he estado rodeado de dolor. Ese dolor de perder algo realmente preciado, una hija, una mujer, una hermana, un marido... ese dolor ante el que no hay actuación posible más que cuidar y acompañar para que no se viva solo. Ese dolor que te hace recordar las cosas bellas que hay siempre a nuestro alrededor y a las que a veces no prestamos suficiente atención.

Durante el resto de la semana he tenido la visita multiple de algo que se parece mucho pero que no es lo mismo, el sufri-miento. Mientras que el dolor aparece súbito y el objetivo es dejarlo ser, como mecanismo del cuerpo para curar esa herida emocional reciente, el sufri-miento es una construcción de nuestra mente. Es el sufrir por las mentiras que nos decimos, es el sufrir porque me miento. Me miento para no aceptar que alguien no me quiere, para agarrarme y tratar de inmovilizar aquello que ya esta en irrevocable proceso de cambio, para no afrontar lo imponderable, para huir, en definitiva, de ese dolor del que hablaba antes. Pero como suele ocurrir con las mentiras, acaban liando el asunto más que resolviéndolo así que mientras dure el sufri-miento vivo la parte mala del dolor sin lograr la parte buena, que pase. Las mentiras enquistan una situación, impiden que evolucione, impiden que se resuelva. Desde el dolor se puede transitar de nuevo a la felicidad, la mayoría de las veces acompañados de un aprendizaje vital. Desde el sufri-miento no nos movemos a ningún sitio, nos quedamos estancados en la misma situación tratando en vano de evitar lo inevitable. Es la lucha más inutil que podemos emprender, la lucha contra la realidad, contra lo que es, porque las mentiras siempre tienen como objetivo esconder lo que es, pero por mucho que tratemos de esconderlo lo que es, ES.
Vivámoslo entonces desde el dolor para que siga siendo, pero dejando que haga su proceso, para que nuestra vida no se convierta en una permanente mentira, porque eso, eso, como muchos sabéis, duele mucho más.

lunes, 14 de abril de 2008

El ave Fenix

Aquella mañana al mirarse al espejo, como casi todas, se aseguró de encontrarse a si misma. ¿Soy yo?... ¿Me reconozco?... "Si ahí estoy" se contestaba mientras permitía conscientemente que una sonrisa se dibujase en sus labios. Era una especie de ritual de buenos días que repetía cada mañana desde aquella en que descubrió por azar, que el reflejo que el espejo le devolvía era extraño a lo que ella recordaba de su propia imagen.

Ahora tenía la información respecto a el por qué y el cómo habían sucedido las cosas tiempo atrás para haber llegado a esa situación, pero también sabía que las experiencias que a lo largo de su vida le habían acontecido; sobre todo en los últimos años; eran necesarias hasta ese momento y ese lugar que ahora ocupaba. Una vez más la causalidad, abría sus alas y le mostraba aquello que su mente estaba intentando integrar a la vida que había elegido.

Había buscado a través de diferentes disciplinas y Maestros las herramientas para hacer de su vida aquello que sentía. Las usaba y le eran efectivas, sobre todo aquellas en relación a la Energía Universal; cuantas veces tuvo que ponerse manos a la obra de forma constante manteniendo una pauta de trabajo hasta conseguir el objetivo, eso si siempre desde el AMOR; aún así alguna que otra vez ponía sus manos en el corazón y se repetía mientras exhalaba la falta de paz 'Om bishva shanti hum' (no pierdas la paz interior).

En los últimos tiempos hubiese vivido muchas de las experiencias de su entorno de forma mucho más fácil de lo que lo hizo, pero el respeto al resto era fundamental, quizás se olvido del respeto que se debía a si misma... lo cierto era que había hecho las cosas lo mejor que sabía manteniendo esos principios casi inexistentes para muchos hoy día. Descubrió de esta forma una fuente inagotable de Paz, su lema siempre había sido 'no hagas lo que no te gustaría que te hiciesen a ti', y observó que lo había respetado. Su Paz se duplicó cuando decidió elegir la Compasión antes que la rabia o el dolor. Una vez más había resurgido de sus cenizas.

Al caer la noche dedicaba unos minutos a repasar ese sueño que durante años había buscado y que desde hacía un tiempo tenía sobre si la amenaza de la renuncia. Desde niña siempre se había repetido mentalmente; una y otra vez; "los sueños se cumplen" y tenía en su haber gran número de pruebas al respecto, ¿por qué el más importante no? Quizás si dejaba fluir su esencia...

Tomó la elección. Salió al exterior y observó el cielo lleno de estrellas, dejo caer la suave prenda que le cubría hasta sus pies y se mostró ante el mundo más mujer que nunca. Así lo haría a partir de ahora. El brillo plata de la noche la cubrió.

Pilar Berlanga

jueves, 10 de abril de 2008

El camino del principe

La luz de la luna penetraba por la ventanita iluminando su rostro, mientras permanecía petrificada en la oscuridad de la habitación observando a través del cristal, esperando, como siempre, alguna señal. Habían transcurrido muchos años desde que pasó por allí aquel príncipe que le enseñó a caminar por el arco iris, que le condujo a verdes parajes colmados de flores hermosas, que le recitó poemas de primer amor, que le llenó de besos y abrazos tan hondos e intensos que aún permanecían clavados en su alma, que la llevó de la mano al edén de los que se aman, hasta que un día se la soltó para dejarla caer al pozo del desconsuelo.

Pero ella seguía esperando a su príncipe, tenía la certeza de que un día regresaría, igual que el primer día, a lomos de un caballo tordo de largas crines plateadas. Por eso, cada noche colgaba sobre el quicio de su puerta un farolito azul que guiara a su amor hasta ella, luego entraba en su pequeña casa, se ponía el vestido blanco con el que él la conoció, cepillaba su melena negra, se prendía una rosa blanca al pelo, apagaba todas las luces y se dejaba acompañar por la minúscula llama de una vela. Se acercaba a la estrecha ventana que miraba hacía el camino de piedras, descorría las cortinas y se sentaba en su silla de anea a observar serenamente la noche. Y así, era testigo de cómo la luna iba atravesando todos sus ciclos, mutando progresivamente cada semana: menguaba, se vaciaba, crecía y, por fin, se manifestaba en toda su plenitud mostrando sus grandes ojos y la mejor de sus sonrisas a su expectante admiradora, quien regalaba piropos a la diosa astro que la magnetizaba (“¡pero, qué cara tan bonita tienes!”). De esta manera, iban pasando los calendarios, las estaciones, los años…y ella seguía esperando sentada en su silla de anea, con su vela, su flor en el pelo, su vestido blanco, su rostro invadido de luz de luna, su farolito azul en la puerta y su corazón encogido, suspendido de una pregunta: “¿sabrá encontrarme de nuevo?”.

A pesar del tiempo, la esperanza no la había abandonado, aunque hubo muchos intentos de matarle la ilusión por parte de personas que habían visitado su casa, personas incrédulas, escépticas, hastiadas por la vida y yermas de fantasía. Pero ella seguía tenaz con su empeño de nutrir y mimar su fe para que no muriese y se decía –“el día que mueran mis sueños, moriré yo con ellos”-. No obstante, algo sí se había ido transformando, la imagen que ella conservaba de aquel príncipe ya no se ceñía al patrón original, ni siquiera era capaz de recordar con exactitud el color de su pelo y sus ojos, ni la forma de su cuerpo, ni su andar, ni su voz, ni sus facciones… Era como si el paso del tiempo hubiera erosionado los rasgos más visibles, desdibujando poco a poco la imagen del príncipe hasta convertirlo en una esencia, en una emoción fuertemente arraigada a su corazón.

Un día, sin saber por qué, allí sentada, en su nocturna espera, cayó en la cuenta de algo: no recordaba cómo era la luz del sol, ¿cómo era posible?, había olvidado la sensación que producía el sol en su piel, la claridad de su reflejo en las fachadas blancas y el canto de los pájaros ante su majestuosidad. Era terrible, ¿cómo había podido permitir que la luna la embrujara hasta alejarla así del sol?, se había convertido en un ser crepuscular, viviendo entre las tinieblas de una cárcel autoimpuesta. No podía continuar en esa dirección, olvidando otras luces distintas a la lunar, la del farolito azul o la de su mortecina vela, sabía que existían otros resplandores muy hermosos porque los había contemplado alguna vez en su pasado y para volver a ellos tendría que enfrentarse a la claridad del día. Y así fue cómo, esa misma noche, decidió alargar su espera unas horas más, resistiéndose a la tentación que Morfeo le brindaba; y así fue cómo despidió a la luna con un beso lanzado a su cara bonita y se dejó acariciar por el amanecer. Al principio no podía tolerar el brillo del sol, teniendo que cerrar los ojos, pero gradualmente fue consiguiendo mantenerlos bien abiertos y contemplar el maravilloso espectáculo que le ofrecía aquella ventanita. Deseaba mucho más, quería absorber toda la belleza que se derramaba ante ella, quería participar de la orgía a la que le invitaba la naturaleza esa mañana y se lanzó hacia la puerta sin pensarlo dos veces. Se sumergió en el exterior, dejándose hacer el amor por la primavera que se abría paso sin pudor alguno y que, como un apasionado amante, la poseía vehementemente, envolviéndola de frescura, de olor a hierba, de brisa de espliego, romero y tomillo, de polen de flores, de trinos y gorjeos de pajarillos coloridos y del fuego dorado del sol.

Casi levitaba extasiada por esta experiencia cuando, repentinamente, un ruido inesperado le hizo regresar a la realidad. Frente a ella, en el camino de piedras un peregrino trabajaba afanado retirando guijarros del sendero. Después de unos minutos lanzando piedras a los lados, paró a descansar sentándose sobre una pequeña loma verde. Vestía ropas sencillas y limpias y tan sólo portaba un pequeño hatillo con lo imprescindible para su tránsito: agua, comida y un pequeño diario donde se disponía a anotar algo cuando se percató de la presencia de la curiosa observadora. El paseante dirigió su mirada hacia ella abriendo unos hermosos ojos azules que parecían querer desnudarle el alma y entonces, sin más, dijo: -“¿quieres ayudarme?”-, -“¿a qué?”- respondió ella, -“a limpiar el camino de piedras”-, manifestó el caminante, -“lo siento, pero no tengo tiempo, debo esperar a mi príncipe, puede estar al llegar y debo mostrarle el camino hasta mí”-, replicó la muchacha del vestido blanco. El peregrino se detuvo unos instantes observándola con compasión: -“¿pero no entiendes que jamás podrá llegar hasta ti, si no apartas todas las piedras del camino?, estas piedras son obstáculos que frenan el avance de tu amor, de tu felicidad y de tu futuro, se han ido depositando aquí durante años cerrando el acceso a todos los príncipes, mientras tú esperabas sentada. Yo puedo ayudarte a despejar la vereda, retirando las piedras hacia los lados, pero al cabo de un tiempo se colocarán de nuevo en el centro, sólo tú tienes el poder para destruirlas por completo y sólo con tu fuerza el sendero permanecerá iluminado y claro”-.

Las palabras del mensajero lo volvieron todo transparente y su universo recobró por completo su sentido, ¡parecía tan fácil ahora comprender cuál era su misión!, nada más lejos que seguir esperando sentada. Debería comenzar a luchar por levantar sus barreras, las que le alejaban de su verdadero objetivo, tanto tiempo observando aquellas piedras creyendo que serían las que le traerían a su amor, cuando eran ellas mismas las que bloqueaban su paso. Y empezó su labor al lado del caminante, juntos desclavaron, una a una, todas las rocas, algunas se resistían más que otras, algunas ocultaban pequeños bichitos debajo, algunas pesaban demasiado, algunas arrancaron lágrimas a su propietaria al despedirse de ellas, pero todas fueron deshechas con la voluntad férrea que ella poseía. Así, fueron desandando y limpiando el camino desde la casa hasta su punto original, allá donde todo comenzaba a conducir hacia ella, pero, entonces, descubrió algo insospechado: ese no era un sendero único, no todo empezaba ni acaba en él, no había un solo principio ni un solo final, desde ese camino se bifurcaban infinitas rutas nuevas que conducían a lugares desconocidos.

Giró su mirada atónita hacía el paseante de ojos azules y entonces comprendió que él lo había sabido en todo momento. Tal vez era el momento de dejar aquella casita al final del camino empedrado, su farolito azul y su silla de anea para explorar aquellos otros senderos, tal vez allí se encontraban sus respuestas, tal vez el amor no tenía que volver de ningún lugar porque habitaba dentro de ella… El mensajero sólo necesitó pronunciar: -“no tengas miedo, la luz de la luna seguirá acompañándote por cualquiera de los caminos que tomes y el sol continuará regalándote su calor. Busca y hallarás, camina y te encontrarás”- y ella adivinó que la esencia de su príncipe también la había estado esperando a ella durante años, encarnada en otros caminos, en otros ojos, en otros caminantes.

Cristina Serna

lunes, 7 de abril de 2008

Los limites y la libertad

Acabo de hacer algo que no me gusta, suprimir un comentario. Con el objetivo de que este blog sea un espacio absolutamente libre cualquiera puede publicar un comentario sin ser supervisado antes, esto es utilizado por algunas personas para poner publicidad o vinculos que no conozco donde llevan y que, por tanto, os pido que no sigáis.
Ha ocurrido siempre desde que el mundo es mundo que la libertad ha sido utilizada por algunos para su propio beneficio, incluso cuando este atacaba directamente a la propia libertad. Ahi tenemos el ejemplo de los terroristas, que utilizan la democracia y la libertad para obterner dinero e información de aquellos a los que luego quieren asesinar como modo de imponer sus ideas. Resulta curioso que en defensa de una supuesta libertad ellos la arrebaten y más cuando esa misma libertad les ofrece otras muchas maneras de lograr sus objetivos. Aunque ya se sabe, el camino de la libertad es más difícil que el de la violencia, sobre todo cuando defiendes ideas que no son compartidas por la mayoría y tus argumentos para defenderlas no son muy consistentes. Ya hemos visto en otra entrada como la agresividad siempre viene de la inseguridad (la sensación de sentirse en peligro, no válido, impotente...), pero ese no es el tema de hoy.

Hoy, al ver como, de nuevo, alguien utilizaba este espacio sin permiso y para un fin bien diferente al objetivo por el que fue creado, he recordado esa ley de psicología infantil que dice "Es bueno que los niños pidan más, siempre y cuando papá y mamá puedan decir no" (John Gray en "Lon niños vienen del cielo"). Y así lo he hecho, no me enfado por la utilización fraudulenta, simplemente pongo limites, digo "no" y borro la entrada. Creo que en nuestro mundo todos nos volvemos alguna vez niños que piden cosas que no pueden ser o que invaden la libertad para elegir de los demás. Eso provoca que nos enfademos y que digamos cosas como "no me puedo creer que me pidas eso" u otras por el estilo que nos desestabilizan y nos hacen sentir mal con los demás. ¿Y por qué sentirnos mal por lo que alguien nos pida si tenemos la libertad para decir no? En vez de concentrar la energía en lo que los demás deberían o no deberían hacer, que a parte de darle todo poder a los demás nos hace utilizar ese arma despiadada que es la culpa, concéntremos esa misma energía en decir "no", desde el amor, desde la comprensión, pero con rotundidad: "no". Porque nuestra libertad para elegir nos permite hacerlo, porque no podemos controlar lo que otros hacen o nos piden, pero siempre somos dueños y responsables de lo que nosotros respondemos.

Quizá podemos cambiar un poco este mundo predicando con el ejemplo, quizá nos podemos regalar a nosotros mismos unos momentos menos de enfado, frustración o rabia. Simplemente dejemos que los demás nos pidan lo que ellos consideren, respondamos desde el amor lo que nosotros deseamos hacer, defendamos con energía nuestra libertad para elegir, permitamos su libertad para pedir. Porque los niños necesitan limites para sentirse seguros y contenidos, necesitan limites establecidos desde el amor, y de alguna manera en ciertas ocasiones todos somos un poco niños y, aunque en un principio nos moleste, con limites al final nos sentiremos más seguros, más confiados y podremos seguir creciendo en libertad.

miércoles, 2 de abril de 2008

El cisne escondido

Sus ojos jugaban a esconderse tras ese flequillo que, más que ocultarlos, los descubría. Había vivido toda su vida como un cisne escondido, no se si porque no se había descubierto como tal o porque esperaba el momento apropiado para desplegar toda su belleza. Tenía la mirada profunda, de esas que penetran el alma y que nunca dejan indiferente, pero trataba de ocultarla, sin mucho éxito la verdad, porque hipnotizaba.
Era una reina llamada a gobernar grandes parajes aunque se quedaba en aquel pequeño pueblecito de difícil acceso como si todo su potencial le asustara. Estaba llamada a compartir los secretos a los que ella misma se cegaba, encerrada en aquella casa de conocimiento que más que expandirla la maniataba. Su corazón reflejaba con inmenso brillo la infinidad de colores que la rodeaban, pero ella lo había congelado como temiendo que su poder la sobrepasara. Hasta parecía capaz de romper sus propias alas para no tener que desplegarlas, como si supiese que una vez emprendiese el vuelo no habría vuelta atrás. Y él seguía hipnotizado con aquella mirada a la que su recuerdo se aferraba, mientras se pregúntaba como era posible que fuese el único que supiese leer debajo de esa bruma de la que ella misma se rodeaba. Deseaba hacer algo, llamarla, agitarla, ponerle un espejo delante, como si su compromiso con la vida no le permitiese ser complice de dejar oculto un tesoro tan hermoso.
Por eso buscaba la forma de despertarla, a través de las palabras, a través de las experiencias, tratando de ayudarla a superar sus recelos, sus miedos, sus limitaciones, empeñado en tratar de despertar su alma, en encontrar esas cadenas olvidadas, casi oxidadas por el tiempo que llevaban ya cerradas.
Fue entonces cuando sintió un desgarro en aquellas murallas tan solidamente alzadas. Y supo que había comenzado el proceso cuando el vacío que había escondido durante tantos años el tesoro de su belleza empezó a agarrarse a su piel exigiendo que las cosas fuesen como siempre habían sido. Entendió que el proceso no iba a ser fácil, que es difícil ser cisne cuando ni siquiera has sido valorado en el estanque de los patos, que es difícil desprenderse de lo único que has conocido por mucho que seas consciente de que a ese lugar ya no perteneces, que aterra dejar esos lugares seguros para adentrarse en lo desconocido, que paraliza dar pasos hacia delante cuando nunca has recibido el permiso. Pero también sabía que tan solo con acariciar con ternura su piel, darle calor a su alma y abrazar su corazón el poder de sus alas podría sobrevolar cualquier miedo, la profundidad de su mirada descubriría el camino que se ocultaba tras la niebla, su belleza iluminaría las sombras que la rodeaban, creando un amanecer que pintaría el cielo con los colores de la magía, despertando una vida llamada a ser especial.

Nepal: el regreso

Observo con curiosidad lo que me esta ocurriendo en mi regreso de Nepal, es como si una neblina cubriese mi mente. Por una parte parece que hubiese olvidado las experiencias que allí viví y por otra no me apetece nada hablar del viaje. Tengo la sensación de que algo importante se ha movido dentro, quizá por eso no tengo ganas de hablar, como si contar lo vivido fuese mover la superficie de las aguas de un lago que pudiese interrumpir lo que se esta asentando en el fondo. Es curioso.

Por otra parte el regreso ha sido muy suave, debe ser la globalización del mundo que acerca los lugares y los viajes que antaño eran una ocasión única hoy estén mucho más cerca y casi al alcance de la mano. Vamos, que se tarda lo mismo en volver de Nepal que lo que hace muchos años tardábamos en llegar a Madrid desde Oropesa en esas carreteras de doble sentido.

El viaje ha tenido un componente permanente de consciencia que sigue manifestándose a la vuelta. Los últimos momentos en Pokhara estuvieron teñidos de la nostalgia de dejar un lugar tan mágico, quería apresar cada imagen, cada sensación, para traérmelas conmigo bien adentro. Pero a la vez, mezclada con esa sensación de perdida, se iba instalando en mi una cada vez más potente alegría por volver. Es increíble descubrir con tanta certeza que te gusta tu vida, de que las vacaciones en un lugar especial son simplemente un regalo más dentro de todos los que obtengo en el día a día. Vuelvo con muchas ganas, con disposición de ponerle todavía más pasión a lo que hago y con una sensación de agradecimiento grande por el regalo de poder estar desarrollando en mi vida mis grandes pasiones. Y esto no hace más que confirmar lo que suele ser el inicio de muchos de mis cursos, todos estamos aquí con una misión especial y cuando la desarrollamos nos sentimos llenos, satisfechos, plenos. Es responsabilidad de cada uno de nosotros comprometernos con nuestros sueños, estamos esclavizados por un montón de creencias que nos limitan, por un montón de prejuicios y de miedos que a veces no nos permiten desarrollar aquello que nos gusta y mi mensaje es ¡tú si puedes! Observa que es aquello que te gusta, mejora tus habilidades para desarrollarlo, pon el empeño y ¡lucha por ello! La mente tiene un componente a nuestro favor, aquello que más nos apasiona suele ser para lo que tenemos más habilidades, cualquier actividad para la que no tenemos recursos suele sobrecargar el cerebro produciendo una sensación de malestar que es traducida con un "esto no me gusta". Por el contrario, aquello para lo que tenemos habilidades suele estimular nuestro cerebro y en vez de cansarnos nos empuja a hacerlo con más intensidad. Esta claro que hay veces que lo que nos gusta y nuestras capacidades no coinciden pero ahí la pasión nos puede ayudar a desarrollar esas capacidades para irlas mejorando poco a poco hasta hacernos maestros.

La sensación que tengo es que la mayoría de las veces nosotros somos nuestros peores enemigos, quizá alguien nos dijo que no éramos suficientes, que el mundo era peligroso y había que buscar seguridad, que la felicidad es una fantasía o que está reservada para algunos "elegidos", la verdad es que todos podemos alcanzar ese estado de bienestar cuando nos paramos a pensar que es lo que deseamos y empezamos a poner baldosas en el camino de nuestro destino. Tenemos más poder sobre nuestra vida del que muchas veces creemos, viendo a las personas en Nepal te das cuenta de que somos unos privilegiados, que nosotros si podemos elegir y, es más, es una responsabilidad hacerlo. Ya lo dice Demartini, "la calidad de tu vida depende de la calidad de las preguntas que te hagas", preguntémonos que es lo que realmente deseamos y luego ya encontraremos las formas de llegar a ello. Lo importante es tener claro el objetivo, los "comos" llegaran una vez hayamos definido con detalle lo que deseamos. Pero claro, si primero nos preguntamos como lo vamos a hacer sin tener definido primero con claridad el objetivo es lógico que andemos perdidos ¡no se pueden elegir los materiales antes de saber el tipo de edificio que queremos construir y su función!

Os invito a hacer de vuestra vida aquello que deseéis, que os enfrentéis a esas creencias limitadoras y, siendo capaces de aceptar el esfuerzo inherente al compromiso de seguir los sueños, os pongáis en el camino hacia ellos.

¡Buena suerte, de esa que se construye...!