jueves, 19 de noviembre de 2009

Luz y Oscuridad


Juani Romero, una compañera del equipo de intervención en crisis de Cruz Roja y estudiante de psicología nos regala este bonito cuento zen. Desde aquí os mandamos toda nuestra luz y amor para que conecte con la vuestra y podáis brillar.

La oscuridad pensó que la luz cada día le estaba robando mayor terreno y entonces decidió ponerle un pleito. Así lo hizo y llegó el día fijado para el juicio. La luz llegó a la sala antes de que llegara la oscuridad. Allí estaba el juez y los respectivos abogados.

Esperaron y esperaron. La oscuridad estaba fuera de la sala, pero no se atrevió a entrar. Simplemente, no podía. Así que, pasado el tiempo, el juez falló a favor de la luz:

"La luz es la Consciencia y la Sabiduría; oscuridad, inconsciencia y error son ausencia de las otras; eso es todo".

No tienen luz propia. Si desarrollas la consciencia, ¿cómo puede compartir el mismo espacio la incosnciencia? No puede, como no pudo la oscuridad entrar donde estaba la luz.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Amor incondicional & Amor condicionado

Cada vez que nuestro corazón se abre a otra persona experimentamos un momento de amor incondicional, aunque pueda ser difícil de aplicar en la práctica la naturaleza del amor incondicional es muy simple: abrirse y ser sensible hacia el SER de la otra persona sin juicios ni reservas. La presencia de la otra persona, o incluso su mera existencia, despierta en nosotros la magia de la vida y la alegría por vivirla. Esta calidad incondicional del amor surge de lo que es incondicional en nosotros, nuestra esencia, nuestro corazón, es la apertura completa del corazón. No es algo por lo que se pueda luchar o se pueda construir, simplemente es.
Amar de esta manera nos provoca una sensación de flotar, de estar vivos, al entrar en contacto con nuestra propia esencia el mundo parece más vivo, más colorido, más intenso, vibrante y profundo.

Pero como no somos sólo corazón, puro ser, aportamos a nuestras relaciones una serie de preferencias y aversiones hacia los demás condicionadas por nuestras vivencias, necesidades, intereses, miedos, etc. particulares que influyen en la profundidad con la que podemos abrirnos a una persona concreta. Cuando alguien encaja con nuestras necesidades y preferencias personales nos sentimos bien e instantáneamente nos sentimos atraídos hacía ella en una clase de amor que es el que llamamos condicionado, porque depende de esas condiciones que ponemos para que pueda desarrollarse.

Las relaciones siempre contienen ambas clases de amor. Cuando la persona por la que nos sentimos atraídos no sólo conmueve nuestro corazón sino que además encaja en nuestras preferencias personales todo funciona y la pasión se desata.

Pero cuando existe una contradicción entre ambas clases de amor todo se vuelve muy confuso. Alguien puede encajar perfectamente en nuestras preferencias y satisfacer nuestras necesidades pero no nos conmueve, nuestra razón se muere por decir sí pero nuestro corazón dice no. O alguien nos conmueve y moviliza profundamente pero nuestros valores, preferencias o elecciones nos llevan a decir no. Suele pasar que el corazón pasa por encima de esas consideraciones y se abre completamente pese a todas nuestras razonables intenciones de mantener las distancias o protegernos porque en su naturaleza profunda el corazón es muy poco razonable.

Un error es imponer nuestro no condicional al sí del corazón, porque nuestro SER sufre cuando restringimos su esencia de apertura y su deseo de dar y recibir amor. Por eso, aunque tengamos que finalizar o cambiar la forma de una relación que no satisface nuestras necesidades es importante que no cerremos nuestro corazón. Intentar matar el amor que fluye hacía otro ser restringe nuestra propia fuente de alegría y viveza, por eso el enfado y el rencor sólo nos perjudican a nosotros mismos.

Otro error generalizado es imponer el sí del corazón al no de nuestras consideraciones personales. Tolerar incondicionalmente cualquier cosa que haga nuestra pareja puede tener consecuencias devastadoras, a los datos de muertes anuales en España nos remitimos. La esencia básica de nuestro corazón es mantenerse abierto al SER del otro, pero decir sí al SER no significa decir sí al HACER del otro, a su comportamiento.

Podría parecer que estos deseos contrapuestos pueden significar que algo va mal y que nos dejen muy inseguros con respecto a lo que hacer, pero es de lo más natural del mundo el sentir impulsos opuestos, al fin y al cabo todos hemos sido heridos y no está mal mantener ciertos grados de protección. El amor y el miedo suelen ser fieles compañeros de viaje y aprender a sentirnos cómodos en la incomodidad de esa ambivalencia es la clave de nuestro crecimiento, sólo al superar los miedos podremos desarrollar nuestra esencia más profunda, pero para ello primero tendremos que acostumbrarnos a estar en esa sensación de dolor o miedo para poder transcenderla. Por eso, la clave parece más bien permitir que las partes opuestas de nuestra naturaleza, amor incondicional y condicionado, la pasión y el miedo, coexistan sin negar ninguno de los dos, así empezaremos a aportar la totalidad de nosotros mismos a la relación y no solo una parte.

Tanto si nos sobreprotegemos con una estricta serie de condiciones como si nos abrimos absolutamente y nos fundimos con el otro ciegamente esto acaba socavando el amor, porque destruye la tensión entre el yo y el otro, entre lo conocido y lo desconocido, lo seguro y lo arriesgado, y eso paraliza nuestro crecimiento y desarrollo que suelen ser los objetivos finales del Amor y las relaciones. Al fin y al cabo la mágica sensación que todos tenemos cuando estamos enamorados es la que nos da fuerza para afrontar aquellos miedos y limitaciones que impiden que nuestra esencia se desarrolle y se acerque a su máxima plenitud.