martes, 31 de marzo de 2009

La vida no es algo que nos sucede

Se cruzan en mi camino unas palabras de Victor E. Frankl, psíquiatra austriaco que en los tres años que paso en campos de concentración nazis perdió a su mujer, a sus padres y a un hermano y estuvo a punto de perecer de fiebre tifoidea él mismo. De alguna manera sus palabras expresan mejor que nadie, seguramente porque él es la fuente de la que han bebido aquellos que me han enseñado a mi, las ideas que sustentan este blog y el trabajo de Avatar Psicólogos.

Dos son las ideas fundamentales que Victor E.Frankl empezó a desarrollar a la temprana edad de los 19 años y que llenaron todo su trabajo y vida:
- La vida no es algo que nos sucede, somos nosotros quienes la hacemos y la dotamos de sentido, somos responsables de nuestra existencia.
- El sentido último se halla más allá de nuestra comprensión y así deber permanecer.

"Puedo ver que detrás de la tristeza de la situación existía el potencial del descubrimiento de un sentido para todo aquello y, por lo tanto, que podía transformar un sufrimiento aparentemente sin sentido en un logro genuinamente humano. Estoy convencido de que, en un análisis final, no hay situación que no contenga la semilla del sentido". (1)

"No tienes que sufrir para aprender, pero si no aprendes del sufrimiento sobre el que no tienes control, entonces tu vida pierde verdaderamente todo el sentido [...]. La manera en que una persona acepta su sentido, esas cosas que escapan a su control, puede añadir un sentido más profundo a su vida. Controla entonces la manera de responder". (2)

"Al ser humano se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir su propio camino". (2)

Yo, humildemente, no tengo más que añadir...

(1) "Victor Frankl Recollections: an Autobiography". Nueva York, Penum Press, 1997.

(2) "El hombre en busca de sentido". Barcelona, Herder 2004.

lunes, 23 de marzo de 2009

África II, el amor

Quizá esta zona de África que he visitado no impresiona ni quita el aliento. No es la más estimulante del planeta ni la que ofrece más posibilidades al viajero inquieto, pero visitar sus pueblos y, sobre todo, conocer a sus gentes me llevan a profundizar en una sensación que tengo desde hace tiempo. Hay algo en la profundidad del ser humano que, más allá de sus ideas, acciones e intenciones superficiales, está lleno de luz.

Si hay algo que odio es la violencia y el abuso, en togo no se observa la violencia que impera en alguno de sus paises vecinos pero si se siente una continua lucha. Una lucha derivada de la carencia, esa que hace saltar al sistema límbico con una sensación de peligro que dispara nuestras reacciones de ataque y huída. No me siento cómodo siendo el "blanco" de sus intentos de engaño, luchando en cada paso por no ser excesivamente abusado, tratando de ser parte de ellos y librarme de esa sensación de desconfianza en cada intercambio. Pero mirando sólo un poco más profundo puedo sentir la conexión de mi alma con la de sus gentes, descubro como ante un entorno seguro reaccionan con el mismo amor que yo siento en otras ocasiones. Mirando dentro encuentro la misma luz que observo en mis pacientes cuando entran en la consulta inundados por sentimientos de inseguridad, rabia, impotencia y tristeza, esa luz oculta tras capas de defensa pero que se adivina mirando más allá de sus ojos, imaginando quienes serían si se sintiesen seguros, queridos y protegidos. Personas que se agreden a sí mismas porque nadie fue capaz de transmitirles en el momento adecuado que eran seres perfectos y dignos de Amor. A veces las carencias, físicas o emocionales, crean en las personas unas heridas tan profundas que dejan una huella impenetrable de protección y dolor que las alejan de su propia esencia. Cada día estoy más convencido de que somos seres de luz y que nuestra misión en esta aventura que es la vida es limpiar esas capas que oscurecen la proyección de esa luz. Cuando nos resistimos a transitar el camino de esa luz, la vida nos coloca una y otra vez en las mismas situaciones, enseñándonos que tendremos todas las oportunidades que necesitemos, en este plano de realidad o, quien sabe, incluso en otros, hasta que consigamos crecer hasta ser Luz.



Me voy de esta hermosa tierra teñida de carencia con una profunda sensación de conexión que me llena cuando mis miedos se relajan y permiten que los caminos hacia mi interior se abran. Cada lugar en el mundo tiene sus propias oscuridades, la Tierra está dominada por envidias, egoismos, violencia, que no son más que distintas más-caras del miedo. Miedo derivado de nuestra ceguera ante la luz infinita de nuestra alma, miedo derivado del dolor sufrido cuando no teniamos los recursos suficientes y necesitabamos ser cuidados para poder evolucionar en seguridad.

Hya cientos de experiencias que nos hablan, si queremos escuchar, de la bondad y el amor del que estamos llenos, las enseñanzas de los profetas de las diferentes religiones y de los maestros iluminados apuntan todas, con diferentes palabras o metáforas, en una misma dirección: el amor como camino de liberación y crecimiento a planos de conciencia superiores. Un camino iluminado por nuestras sensaciones, que cada vez que no nos sentimos bien con nosotros mismos nos indican que nos hemos desviado del camino, porque es imposible sentirse mal cuando estás desarrollando tu destino, es imposible sentirse mal cuando ERES, cuando entras en contacto con tu verdadero SER lleno de amor y cariño. La enfermedad, el malestar, no son más que guías que nos indican que nuestros pasos están gobernados por el miedo y no por el crecimiento. En otros momentos nos sentimos bien sin que pase nada especial y eso es también señal inequívoca de que estamos desarrollando nuestros dones y explorando aquello que forma parte de nuestra esencia única.

África me ha regalado la oportunidad de enfrentarme a mis miedos y, curiosamente, cuando fui capaz de sentir el amor todo se puso de mi lado y hasta el policía encargado de revisar el visado que me habían dado para un día menos de los que iba a estar allí me miró y dijo que estaba caducada pero que confiaba en mi y que podía pasar (¡¡sin cobrarme ni multa ni comisión!!) ¿casualidad?

domingo, 15 de marzo de 2009

África, la inmediatez

El primer paso ya te descubre que África, sin duda, es especial. Según pisas su tierra y avanzas hacía la terminal del aeropuerto te invade una sensación de fuerza interior que no sabes si sale de tu propia excitación ante la apertura de un mundo completamente diferente a lo conocido o por la propia fuerza de la tierra.

Las gentes son abiertas y amables, pero reciben al turista confiado con mil y una trampas que desde el primer momento te conectan con un espíritu de alerta y supervivencia íntimamente conectado a esta tierra. A sus ojos tú no dejas de ser “el blanco”, y no solo por la evidente diferencia del tono de la piel sino por todo lo que ello lleva asociado, eres de alguna manera el blanco de su supervivencia. Ser blanco supone directamente, y sin dudas, tener dinero así que desde el primer momento tratan de ser ellos los depositarios de tu desprendimiento, abundancia o, más comúnmente, ignorancia.

Mientras que en occidente trabajamos para aprender a vivir el presente aquí todo se desarrolla con una inmediatez absoluta. La perspectiva es tan “presente” que hacen una increíble inversión de tiempo y esfuerzo en lo que pueden conseguir hoy sin importarles que el extra que consigan hoy será la carencia de mañana. Por ejemplo, puede pasar que por engañarte hoy y sacar un poco más te pierdan como cliente para el resto de la semana con la ganancia tan superior que eso les podría traer. Ni siquiera que sea una cuestión de elección, creo que no existe esa conciencia de la posibilidad de que lo que puedo dejar de ganar hoy venga mañana multiplicado, es como si el concepto de futuro no existiese, inundado por la inmediatez de un presente que llega a ser, a la larga, tremendamente limitante. Es el refrán “más vale pájaro en mano que ciento volando” en grado superlativo y absoluto, hasta un punto en el que es precisamente esa mirada al pájaro que tengo en mi mano el que deja escapar bandadas y bandadas de otros que pasan justo por encima de mi cabeza y que también están perfectamente al alcance de la mano. Esto podría ser uno de los problemas más graves para su desarrollo porque no existe la inversión de futuro y por tanto se anula la posibilidad de crecimiento, es bien sabido la necesidad de dominar una habilidad básica, la capacidad de aplazar la gratificación, para lograr éxito a largo plazo.

En este punto los extremos se tocan y a igual que en occidente funcionamos constantemente pre-ocupados por el mañana y el presente se nos escapa entre las manos, aquí están tan invadidos por el presente que el mañana transformado permanentemente en presente hace que no sea diferente al hoy y por tanto no haya posibilidad de evolución o crecimiento, conceptos ligados al futuro.

Mi admiración desde aquí a los cooperantes, especialmente de Cruz Roja que son los que más conozco, que dedican un esfuerzo increíble a abrir el número de posibilidades de los habitantes de esta tierra con una paciencia y respetos infinitos tanto por las diferencias culturales como por los conceptos limitantes con los que se enfrentan. Porque la libertad es precisamente eso, disponer del mayor número de opciones posibles que permitan nuestro derecho a elegir la que deseemos. Igual que en occidente tenemos que cerrar la puerta al miedo y abrir la del presente, aquí creo necesario abrir las puertas al futuro para poder alcanzar todo aquello que se anhela y no saben que podría estar tan al alcance de sus manos.

Sería tan increíble compartir conceptos tan distantes y construir un término medio, ese es posiblemente uno de los objetivos de nuestro crecimiento, estar siempre con la mente abierta y flexible para ir incorporando todas aquellas cosas que por desconocimiento no tenemos y que las personas de nuestro alrededor nos pueden ofrecer. Porque hay cosas que no tienen precio y están ahí disponibles para nosotros sin que cuesten un duro.

martes, 3 de marzo de 2009

Vida, muerte y vida eterna




La vida es continua evolución, cambio, un dinamismo en el que la vida y la muerte están siempre dándose la mano en un relevo permanente entre las dos. Cualquier intento por impedir este proceso y aferrarnos a la vida tratando de evitar la muerte produce justo el efecto contrario, la vida se llena de muerte y aquí se estanca.

Igual que un árbol ha de desprenderse de su fruta madura para crear vida, renaciendo nueva fruta dentro creando una nueva vida fuera, nosotros tenemos que dejar ir aquellas cosas que han llegado a su fin en nuestra vida, aprender a soltar, aprender a morir, es la única manera de poder vivir. Pero en ocasiones es muy difícil desprendernos de aquello que un día nos hizo felices y tratamos de aferrarnos a personas, experiencias o vivencias por el miedo a vivir sin ellas, cuando la realidad es que si no las soltamos morimos con ellas. Si el árbol que no permite que la fruta madura se desprenda y caiga al suelo ésta se pudrirá. Así el árbol se desprende de aquello que un día fue hermoso para comenzar en ese mismo instante a crear una nueva y nada se pierde, porque la nueva semilla contiene toda la información de su experiencia anterior, la nueva vida que renace es consecuencia directa de la anterior igual que cuando nosotros dejamos ir aquello que ya no es los momentos vividos quedan grabados en nuestro interior y constituyen la esencia de lo nuevo que somos a partir de ahí.

Sin duda el proceso es difícil, hay un momento en el que la semilla se encuentra bajo tierra donde todo es oscuro, frío, y parece que se perdió la luz de antaño. Pero si se cuida y se alimenta en ese momento delicado una nueva vida brotará abriéndose paso hacía la luz pudiendo disfrutar de nuevo de un sol cuyo calor a la fruta madura tan solo la empuja hacía la putrefacción.

Dejémonos pues caer, abrámonos al cambio, a la evolución de la vida, dejemos que mueran aquellas cosas en nuestra vida que ya han cumplido su función para, con la experiencia acumulada, dejarnos renacer como discípulos a un nuevo aprendizaje, a una nueva luz, a una nueva vida que ciclo a ciclo será eterna... ¿que hay entonces que temer?