miércoles, 10 de febrero de 2010

La Caja de Herramientas

Foto Luciana Ognibene

La mente es una caja de herramientas, una gran y poderosa caja de herramientas que es capaz de miles de cosas, pero no deja de ser tan solo eso, una caja de herramientas a disposición del Ser.

Cuando uno acomete una obra, suele abrir su caja de herramientas y escoger la que mejor sirve para la función que quiere acometer, un martillo si se trata de clavar un clavo o golpear con fuerza alguna cosa, un destornillador para unir o separar dos objetos, unos alicates para agarrar algo con fuerza, siempre elegimos la herramienta que mejor funcione para el objetivo que queremos conseguir. Lógico ¿verdad?

¿Por qué entonces no hacemos lo mismo con la mente? ¿Por qué en vez de coger las herramientas, los pensamientos, que mejor se adapten a lo que queremos conseguir elegimos algunos que nos hacen daño, nos inmovilizan, nos limitan o nos entorpecen lo que deseamos? La respuesta probablemente esté en el lugar desde donde elegimos los pensamientos.

Si estos son elegidos desde el ego entonces éste cogerá los que mejor se adaptan a su objetivo fundamental que es la supervivencia. Y para asegurarla emplea todos los medios, pensa-mientos, que considera necesarios. Además, el ego tiene la gran limitación de los sentidos, así que suele estar absolutamente ciego al propósito de nuestra vida, que va mucho más allá de la mera supervivencia.
El motor de decisión del ego son los miedos así que estos tomaran el mando de nuestra vida eligiendo los pensa-mientos que mejor se adapten para mantenernos alejados de esos miedos: "si confío me harán daño", "si no soy perfecto/a no me van a querer (y si no me quieren muero, pensa-miento construido normalmente en la edad infantil)", "tengo que satisfacer a los demás", "sentir rabia es malo", "la culpa es mía (y por tanto no de aquel del que dependo y al que no me puedo hacer enfadar)", "no soy demasiado bueno/a", "soy feo/a", "estoy gordo/a y así nadie me puede querer (pero si adelgazo entonces me pueden querer y si me enamoro luego me pueden abandonar así que es más seguro permanecer gordo/a)" y un millón de ellos más que podemos encontrar en nuestra inmensa caja de herramientas. El miedo, además, nos mantiene permanentemente en el futuro (las cosas pueden ir mal) o en el pasado (hice cosas mal y he de pagar por ello porque si no iré al infierno, tendré un mal karma, o cualquier otro pensa-miento) lugares ficticios que no podemos tocar y donde no podemos hacer nada.

Quizá ya es tiempo de trascender nuestros miedos, de volver al presente y abrir las puertas de nuestra alma para escuchar la voz del Ser, cuando escuchamos la voz del Ser entonces las herramientas que necesitamos para lograr nuestro objetivo cambian, empezamos a percibir la perfección del Universo, lo ajustado de las experiencias de nuestra vida, incluso las más dolorosas, para lograr el crecimiento y aprendizaje necesarios para rendirnos a la misión que está encomendada para nuestra alma en esta vida. Dejamos de lado el juicio permanente de la mente entre lo bueno y lo malo para empezar a sentir Amor por todo cuanto nos rodea hasta ser conscientes de que somos parte de ese todo y ese todo es nosotros. En definitiva sentimos una dicha inmensa.

¿Y cómo sabemos si estamos escuchando al ego o al Ser? pues sólo tenemos que atender a los mensajes del cuerpo. Cuando silenciamos la mente y escuchamos al Ser sentiremos una dicha interna inmensa que nos indica que estamos en el camino diseñado para nosotros, no se sabe de donde viene ni tiene una justificación, es una sensación de plenitud, de que todo está bien, que podemos llamar Amor. Por el contrario, cuando el que elige es el ego, nuestro cuerpo nos ofrece mil y una señales de que no estamos en el camino correcto o que nuestros deseos nos son verdaderos sino pensa-mientos: ansiedad, malestar, opresión en el pecho, rabia, tristeza, miedo, nuestra mente funcionando a mil por hora, anticipación de sucesos, recuerdos dolorosos, etc. etc. sintomas todos ellos de que estamos utilizando nuestra maravillosa caja de herramientas para el objetivo equivocado.

No podemos olvidar que todo es Amor y que el Universo, Dios o como desees llamarlo, tiene diseñado para nosotros un plan perfecto, quizá es hora de rendirnos ante él y disfrutar del regalo que es ser humanos conscientes.