lunes, 26 de mayo de 2008

Amanecer eterno



Hay ocasiones en las que los días negros parecen no acabar, se agarran con fuerza a nosotros, o nosotros los agarramos con fuerza a ellos, y parecen contagiar todo lo que nos rodea. Así estaba pasando con el último post, era como si no dejase que nada más entrase tras él.
Pero este fin de semana he recibido uno de esos regalos de la vida de los que he hablado otras veces, que aparecen donde menos te los esperas y que la persona que te los hace ni siquiera es consciente de la importancia de lo que está regalando.

Fue un día de esos en los que parece que la vida se pone de tu lado, de esos que anuncian nubes negras y aunque el cielo parece seguir al pie de la letra la instrucción ni una sola gota interrumpe un hermoso paseo y el sol sale complice para calentar el frío producido por una despedida.
Un día de esos en los que una equivocación se transforma en unos minutos de regalo que evitan esperas e incluso permiten un viaje más rápido y cómodo.
Un día de esos en los que la gente se une a tu alegría y tu energía como si sintieran en ellos mismos esa magia que desprendes y quisieran participar de esa bellaza honrando, con sus palabras y sus invitaciones, aquello de lo que son testigos y que, sin duda, contagia.
Un día de esos en los que te apetece encontrar señales que alimenten un sueño, una esperanza, y éstas aparecen en los lugares más insospechados, el nombre de un bar o una mesa debajo de un cuadro que parece indicar el lugar de destino.
Porque hay días en los que unos segundos de presente te hacen perder el miedo a imaginar un futuro y te permiten recuperar aquellas partes de ti que dejaste esclavas del pasado para poder construir un presente más libre, más vivo, más pleno.
Un día de esos en los que las personas superan las expectativas puestas en ellas, por muy altas que estas fueran, de esos en los que te abren su alma y la luz que desprende te ciega tanto que sin querer en un instante te sientes desnudo ante ellas, sin esos pesos que normalmente arrastramos, sin esas barreras protectoras que tanto nos limitan.
Fue un día en el que me contaron la historia vivida del día más negro que yo puedo imaginar, que tocaron mi miedo más profundo, y a la vez que las palabras describían cada sensación, cada pensamiento, cada milímetro de dolor una luz de colores intensos rodeaba cada palabra, dejando que mi miedo se difuminará, dejando que mi alma se liberara, haciéndome libre de eso que durante tantos años atenazaba. Y es que hay días en los que de repente entiendes, sobre ti, sobre los demás y hasta sobre la vida. En los que la consciencia se despierta con la energía que te da descubrir la verdad que se oculta en el fondo de nuestra alma.
Y es que hay días que solo parecen imperfectos porque se terminan aunque te lleves grabado a fuego su recuerdo. Hay días que bien merecen una vida. Hay días en los que la luz deja atrás cualquier día negro y que hacen que descubramos que nunca podemos perder nada, porque todo lo que ha estado en nuestra vida y ha sido valioso lo llevamos dentro. Yo este día me lo quedo, como un amanecer eterno.

4 comentarios:

MICHEL dijo...

Yo también he recibido un regalo estos dias que me ha cambiado la vida. En mi empresa estamos realizando un curso sobre Atención al Cliente, el tutor es Antonio de Dios; este curso se ha convertido en "Aprende a ser feliz". Me esperaba el típico tostón de cómo atender al cliente, los gestos, las palabras necesarias, otro rollo de los habituales.

Pero no, y, aunque yo soy una persona feliz y la mayoría de las teorías de Antonio las aplicaba en la vida, su aparición ha hecho de mi una persona mejor, más comprensiva con mi pareja y compañeros, con todo el mundo en general, y, ahora soy capaz, más aún, de ponerme en la piel de otra persona que sufre, o se enfada, o llora.
Mi entorno ha mejorado, mi felicidad ha aumentado, aún no ha terminado el curso, queda un dia, pero, gracias Antonio, gracias por haber sido tú el tutor, ese regalo de la vida.

el piano huérfano dijo...

pero bien dices, nada perdemos todo lo que queremos esta dentro de nosotros......
y la perdida de tiempo que hacne algunos por no pensar en ahora. "ahora" ni ayer ni mañana sabes cuanto tiempo perdemos en no pensar en ahora....las notas del piano son la musica que produce de lo que yo sietno ahora...por eso me encanta el piano...parece blano y negro pero el te lleva apreciar el momento que suena con la tecla que has dado

el piano huérfano dijo...

yo espero que llegue ese dia...

Anónimo dijo...

TODOS LOS QUE COLABORAIS EN ESTE APARTADO, CONSIDERAROS AMANECERES , GPARA MUCHAS PERSONAS QUE VIVEN EN LA OSCURIDAD. NO CAMBIEIS