jueves, 13 de octubre de 2011

Abrazar la muerte abrazando la vida

Una vez tuve la fortuna de ser transportado por una amiga a otros mundos en una sesión de cuentacuentos. Pero no sólo nos hizo viajar a lejanas tierras y disfrutar, también dejó en nosotros un espacio para el crecimiento y la reflexión. Hoy, más de diez años después utilicé uno de esos cuentos como entrada en mi participación en unas Jornadas sobre Garatía y Protección de los Derechos de las Personas Mayores organizadas por el Colegio de Trabajo Social de Castilla la Mancha. Comparto aquí el cuento y las reflexiones de la ponencia. Gracias Lidia, por tu larga amistad y por la inspiración.

El criado del rico mercader

Érase una vez, en la ciudad de Bagdad, un criado que servía a un rico mercader. Un día, muy de mañana, el criado se dirigió al mercado para hacer la compra. Pero esa mañana no fue como todas las demás, porque esa mañana vio allí a la Muerte y porque la Muerte le hizo un gesto.

Aterrado, el criado volvió a la casa del mercader.

—Amo —le dijo—, déjame el caballo más veloz de la casa. Esta noche quiero estar muy lejos de Bagdad. Esta noche quiero estar en la remota ciudad de Ispahán.

—Pero ¿por qué quieres huir?

—Porque he visto a la Muerte en el mercado y me ha hecho un gesto de amenaza.

El mercader se compadeció de él y le dejó el caballo y el criado partió con la esperanza de estar por la noche en Ispahán.

Por la tarde, el propio mercader fue al mercado, y, como le había sucedido antes al criado, también él vio a la Muerte.

—Muerte —le dijo acercándose a ella—, ¿por qué le has hecho un gesto de amenaza a mi criado?

—¿Un gesto de amenaza? —contestó la Muerte—. No, no ha sido un gesto de amenaza, sino de asombro. Me ha sorprendido verlo aquí, tan lejos de Ispahán, porque esta noche debo llevarme en Ispahán a tu criado.


Bernardo Axtaga: Obabakoak (1993)

¿Y de que huimos con tanto miedo y tanta fuerza? Supongo que de nuestra propia sombra. Y nuestra sombra, ese conjunto de cosas que rechazamos en nosotros mismos, solemos proyectarla en los demás en vez de escucharla e integrarla dentro de nuestra globalidad. Y así nuestros miedos son los que gobiernan nuestra vida. Y si los miedos dirigen nuestra vida ya estamos muertos así que... ¿por qué tenerle miedo a la muerte entonces? Es paradójico como cuanto más muertos estamos en vida más miedo a morir, aunque quizá sea lógico, porque hay una parte de nosotros que nos grita que no podemos morir mientras no hayamos vivido antes.

Sólo cuando vives plenamente abrazas la muerte con una sonrisa de paz. Quizá eso sea muerte digna, poder realizar completamente mi misión en esta vida antes de irme. Y esa es una de nuestras misiones, ayudar a las personas mayores que avanzan hacía el final del camino a resolver aquellos fantasmas a los que no se han enfrentado. ¿Y cómo podemos saber que hay fantasmas irresueltos? Pues observando sus respuestas, por su miedo a morir, por sus defensas, por su agresividad. Cuanto más agresiva es una persona más miedo tiene y, por tanto, más Amor necesita. Así que en vez de rechazar a aquellas personas que nos rechazan y agreden quizá tendríamos que aprender a abrirnos más y a mostrarles que les respetamos tanto que a nosotros si nos pueden contar sus miedos más profundos. También es una señal definitiva el encontrar a una persona deprimida, la depresión es la respuesta del cerebro cuando siente que no hay nada por lo que luchar o que aquello que deseamos es inalcanzable, entra entonces en un modo de ahorro (gastar energía cuando no podemos conseguir los objetivos es absurdo) esperando que en algún momento la vida cambie y las opciones aumenten. Es la misma respuesta que hace un oso hibernando, como escasea el alimento su cerebro entra en un programa de ahorro energético total hasta que llegue la primavera y el alimento vuelva a estar disponible. Pero para la persona deprimida la vida no va a cambiar si no hace nada diferente, porque nuestros deseos profundos no dependen de las estaciones ni del tiempo, así que si no realizamos aquello por lo que estamos aquí cuando la muerte aparezca por la puerta no podremos más de dar pasos hacía atrás tratando de evitarla, porque ella será el espejo que nos reflejará que no hemos realizado aquello que vinimos a realizar, aquello que es nuestro sentido vital.

Así que la labor de los profesionales de la atención médica y psicosocial será acompañar, escoltar y facilitar que nuestros mayores puedan resolver todos aquellos asuntos que queden por resolver, desde nuestra completa apertura, desde nuestro profundo respeto, para dar soporte a sus necesidades espirituales. Pero para poder hacerlo primero tenemos que superar nuestros propios miedos ante la muerte y eso es algo que en nuestros días, en los que la ciencia a avanzado tanto en la lucha contra la enfermedad, es difícil. La muerte no se ve como parte indisoluble de la vida sino como una enemiga a la que combatir. Eso y el rechazo a lo religioso en nuestra sociedad no facilita los procesos de duelo y aceptación de la muerte. Que alguien muera es considerado un fracaso y eso lleva a luchar contra la muerta en busca del éxito, perdiendo en el camino el enorme que es acompañar con com-pasión en el dolor a otro ser humano que sufre.

En próximos post, si hay interés, describiremos como hacer ese acompañamiento.

Foto Ana Alonso http://www.flickr.com/photos/anaalonso/

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues sí, claro que hay interés. A todo el mundo se le muere alguien cercano y tampoco sabemos mucho cómo confortar a esas personas, sobre todo si la muerte es prematura. Gracias.

Isabel Casanova dijo...

Me parece muy interesante esa reflexión sobre el acompañamiento en la fase final de la vida.

La unión hace la vida ante las drogas dijo...

Pues sí hay interés, y además mucho, ya que parte de mi trabajo es este y nunca sabe uno lo suficiente en esta tarea.
Un saludo y muchas gracias.

Anónimo dijo...

ME ENCANTA EL TÍTULO DE ESTE POST!!!! TRANSMITE MUCHÍÍÍÍÍSIMA ENERGÍA.

La lectura de este post se complementa muy bien con el visionado de la película "Ahora o nunca". Esta película trata de una pareja de enfermos terminales de cáncer, de caracteres y mundos completamente opuestos. Se conocen en el hospital y entablan una amistad. Edward Cole (Jack Nicholson) es un engreído millonario mientras que Carter Chambers (Morgan Freeman) es un modesto mecánico. A pesar de sus diferencias, deciden emprender juntos un último viaje para poder hacer, antes de morir, todas las cosas que siempre han deseado y así, como dice el post "poder realizar completamente su misión en esta vida antes de irse".
Es una película sublime, OS LA RECOMIENDO ENCARECIDAMENTE!!!

Marta dijo...

Avatar, enhorabuena por tu post!.
Me ha parecido muy interesante, tanto desde el punto de vista personal como clínico. Deseo que haya una próxima publicación de la parte práctica al acompañamiento :-).
Sentirse pleno y en paz al abrazar la muerte: ¡qué regalo!.
Desde niña he pensado que aquellos que se iban "pronto" era porque habían hecho todo su "cometido" aquí :-).
Comparto con anónimo la recomendación de la película "Ahora o nunca"...preciosa y un complemento al post :-)

MGM dijo...

Me interesa, gracias portus reflexiones .

Anónimo dijo...

Por favor, sigue orientándonos. ¿O acaso hay alguien más que se atreva a tratar el tema de la muerte y cómo afrontarla? Vivimos en la eterna utopía de que es algo que sólo ocurre a otros. Y si no somos capaces de escuchar siquiera en esos momentos..Afrontar el hecho de vernos en los demás, cómo vamos a poder ayudarnos a nosotros mismos.

Anónimo dijo...

"Morir con los ojos cerrados y el corazón abierto"

Avatar Psicólogos dijo...

Muchas gracias por vuestras palabras y vuestras aportaciones. Ya hemos colgado el post sobre como creemos que hay que hacer el acompañamiento, es ese si que os pedimos que aportéis que cuantas más ideas y pautas... ¡mucho mejor!

Un abrazo

Inma-MariposaMonarca dijo...

Gracias por hablar de un tema tan tabú como el de la muerte, en una cultura española-católica donde nadie, en ninguna institución educativa, social, socio-sanitaria, familiar... se habla de ella.
Trabajo en una Residencia pública de Mayores. La muerte es el día. Está con mis mayores. Y aprovechan todos los días para contarme sus pequeños trocitos de vida, inmensas fortunas acumuladas, esfuerzos y logros, satisfacciones, sus vidas pasadas y actuales.
Tenemos gente encamada durante años. Y hablas con ellas, las saludas y te preguntas "ójala mi sonrisa suponga algo para ella" o mi palabra o el estar unos minutos con ella. No se vá porque no puede, no quiere, tiene miedo como yo.
Mis mayores tambien sufren depresión como yo. Pero me transmiten tanta vida, vida Vivida con mayúsculas, que revivo viéndolos, esforzándose, contándome sus pasados. Saben que pasan los años. Yo sé que pasan los años para mí. Y nos acompañamos sabiendo que lo que hagamos hoy nos lo llevaremos.
Que los esfuerzos no son en valde.
Que se puede SEGUIR LUCHANDO, sin pensar a veces, no es necesario mas que sentir.
SENTIRSE, VIVIRSE, AMARSE, es algo difícil y valiente de conseguir. Vivir sus pasados fue VALIENTE, algo de lo que yo aprendo todos los días.Sus vidas se irán conmigo, porque ellos representan tanto esfuerzo y tanta Vida, que transmiten lo ya vivido y lo que les falta por irse.
Aprendo cuando estoy en horas bajas.
Y SIGO porque mis horas serán llenas y así lo intento. APRENDO, Vivo.
Porque también he querido irme. Pero no sería lo que me tocaría hacer. Me arrepentiría donde estuviese. Estoy mas que segura. Y no lo voy a hacer. Soy una manchega terca y SEGUIRÉ.
Como dice Antonio, con el egoísmo suficiente de saber quererse a uno mismo mas que a nadie.
Lo intentaré conseguir. En ello estoy. De ellos aprendo. Y de mí alguien aprenderá algo. Eso quisiera.
Gracias, Antonio.