Durante esta última semana me han venido a visitar con mucha fuerza dos conceptos que ya traté con referencia al amor en otra entrada. Durante el fin de semana, durante la intervenicón con los supervivientes del accidente de autobus de Benalmádena, he estado rodeado de dolor. Ese dolor de perder algo realmente preciado, una hija, una mujer, una hermana, un marido... ese dolor ante el que no hay actuación posible más que cuidar y acompañar para que no se viva solo. Ese dolor que te hace recordar las cosas bellas que hay siempre a nuestro alrededor y a las que a veces no prestamos suficiente atención.
Durante el resto de la semana he tenido la visita multiple de algo que se parece mucho pero que no es lo mismo, el sufri-miento. Mientras que el dolor aparece súbito y el objetivo es dejarlo ser, como mecanismo del cuerpo para curar esa herida emocional reciente, el sufri-miento es una construcción de nuestra mente. Es el sufrir por las mentiras que nos decimos, es el sufrir porque me miento. Me miento para no aceptar que alguien no me quiere, para agarrarme y tratar de inmovilizar aquello que ya esta en irrevocable proceso de cambio, para no afrontar lo imponderable, para huir, en definitiva, de ese dolor del que hablaba antes. Pero como suele ocurrir con las mentiras, acaban liando el asunto más que resolviéndolo así que mientras dure el sufri-miento vivo la parte mala del dolor sin lograr la parte buena, que pase. Las mentiras enquistan una situación, impiden que evolucione, impiden que se resuelva. Desde el dolor se puede transitar de nuevo a la felicidad, la mayoría de las veces acompañados de un aprendizaje vital. Desde el sufri-miento no nos movemos a ningún sitio, nos quedamos estancados en la misma situación tratando en vano de evitar lo inevitable. Es la lucha más inutil que podemos emprender, la lucha contra la realidad, contra lo que es, porque las mentiras siempre tienen como objetivo esconder lo que es, pero por mucho que tratemos de esconderlo lo que es, ES.
Vivámoslo entonces desde el dolor para que siga siendo, pero dejando que haga su proceso, para que nuestra vida no se convierta en una permanente mentira, porque eso, eso, como muchos sabéis, duele mucho más.
3 comentarios:
Rotundo...
Pero entonces... ¿que nos dices del senti-miento? .. Espero, expectante...
Tot, siempre tan estimulante... me pongo con ello, senti-miento...
Buenísimo tu análisis de conceptos, como siempre, tienes una tremenda habilidad para la reflexión, al mismo tiempo que una maravillosa capacidad didáctica (y yo lo he comprobado en directo). Es fácil entender en tus palabras la diferencia entre esos dos dolores, la trampa de ello reside en la vivencia de ambos, porque, mientras que el dolor súbito o el que ya se ha revelado se experimenta conscientemente y nos obliga a procesarlo de algún modo. El otro, en cambio, muchas veces permanece en un estado de latencia o semiinconsciencia, así como las mentiras de que se nutre. Quiero decir, a veces no nos autoengañamos con premeditación y alevosía, sino, como bien sabes, como un mecanismo de defensa no razonado. Es más, la complejidad de la vida real hace de todo esto algo demasiado laberíntico como para solucionarlo sencillamente con la elección entre un sí y un no. Aún así, hoy no paro de observarme para descubrir mis sufri-mentiras, porque se que las tengo y tú eres mi mejor piedra de toque. Gracias de nuevo.
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