El otro día aproveché la noche de San Juan para seguir construyendo mi vida. Hay momentos del año que son mágicos, no por ellos en sí mismos sino por el significado que nosotros les damos y la noche más corta del año es un gran motivo para seguir construyendo la vida.
Los últimos avances de física cuántica nos ofrecen descubrimientos sorprendentes. El principio de complementariedad de Bohr nos dice que el modelo corpuscular y el ondulatorio son complementarios, en lugar de contradecirse se complementan. Cuando una partícula es detectada por algún tipo de interacción (observar es interactuar inevitablemente) actúa como una partícula en el sentido de que está localizada, y cuando está en movimiento, actúa como una onda que se extiende y no está localizada.
El experimento de Young de la doble rendija, en el que se hace incidir un haz de electrones sobre una pantalla con dos rendijas y se observa la imagen que se dibuja en una segunda pantalla colocada detrás, demuestra que la imagen que resulta tiene un dibujo característico como si los electrones hubiesen pasado por... ¡las dos rendijas a la vez! Esto es difícil de explicar desde la física clásica (y desde nuestra comprensión). Si queremos comprobar por cual de las dos rendijas ha pasado el electrón estamos obligados a alterar el experimento colocando algo que pueda determinar por que rendija a atravesado el electrón, un detector de partículas o un haz de luz para poder observar. Esto produce que los electrones choquen con los fotones y se comporten como partículas, desapareciendo la interferencia y cambiando el dibujo de la pantalla posterior. Cuando se observa por cual de las dos rendijas a pasado el electrón es como si lo obligásemos a pasar solo por una, como si respondiesen a nuestras expectativas.
La física cuántica nos apunta que cuando observamos un sistema cuántico... ¡nuestra interferencia lo transforma! y desde ahí las investigaciones se concentran en averiguar hasta que punto nosotros somos cocreadores de nuestra vida. Es evidente que nuestra capacidad de influencia depende de nuestro nivel de capacidad energética, el pensamiento no deja de ser un tipo de vibración que le puede mostrar al observador un tipo de realidad u otra.
Los átomos se encuentran en un perfecto equilibrio entre el positivo y el negativo (protón y electrón) y cuando no lo están se excitan y empiezan a moverse para buscarlo. Así, está formado el Universo, en perfecto equilibrio entre el positivo y el negativo todo pasa por ambos a la vez con la misma intensidad. Es nuestra observación la que a veces rompe el equilibrio, si nos empeñamos en observar la rendija negativa obligaremos a que las partículas se materialicen y pasen por esa rendija, si por el contrario ponemos luz sobre la rendija del positivo estaremos materializando las partículas en ella. Yo no se mucho de física cuántica e intuyo que queda mucho todavía por descubrir para los que si saben, pero una cosa parece estar haciéndose cada vez más evidente, materializamos aquello sobre lo que ponemos nuestra atención, nuestra energía y nuestra luz.
La pasada noche de San Juan yo opuse toda mi energía en aquello que deseo, teniendo la osadía de pedir además la colaboración del Universo desde esa seguridad que me da sentirme parte de él, con la confianza de que mi observación y mi esfuerzo tendrán la fuerza necesaria para materializar esas ondas que recorrieron mi pensamiento. Pongamos luz a nuestros sueños cada día para ir así, paso a paso, construyendo nuestra vida.