viernes, 14 de mayo de 2010

Leyenda Sioux. El Águila y el Halcón.

Cuenta una vieja leyenda sioux que una vez llegó hasta la tienda del brujo más viejo de la tribu una pareja de enamorados de la mano: Toro Bravo, el más valiente y honorable de los jóvenes guerreros, y Nube Alta, la hija del cacique y una de las más hermosas mujeres de la tribu.

- "Nos amamos", empezó el joven.

- "Y nos vamos a casar", dijo ella.

- "Y nos queremos tanto que tenemos miedo."

- "Queremos un hechizo, un conjuro, un talismán."

- "Algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos."

- "Que nos asegure que estaremos uno al lado del otro hasta encontrar a Manitú el día de la muerte."

- "Por favor", repitieron, "¿hay algo que podamos hacer?"

El viejo los miró y le emocionó verles tan jóvenes, tan enamorados...

- "Hay algo...", dijo el viejo después de una larga pausa. "Pero no sé... es una tarea muy difícil y sacrificada."

- "No importa", dijeron los dos.

- "Lo que sea", ratificó Toro Bravo.

- "Bien", dijo el brujo. "Nube Alta, ¿ves el monte al norte de nuestra aldea? Deberás escalarlo sola sin más armas que una red y tus manos, y deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte. Luego deberás traerlo aquí con vida el tercer día después de la luna llena."

- "Y tú, Toro Bravo", prosiguió el brujo, "deberás escalar la Montaña del Trueno y, cuando llegues a la cima, encontrar la más brava de todas las águilas y, solamente con tus manos y una red, atraparla sin herirla y traerla ante mí, viva, el mismo día en que vendrá Nube Alta... ¿Comprendísteis?"

La pareja asintió y el anciano chamán hizo un gesto indicando que no tenía más que decir. Los jóvenes se miraron con ternura y después de una fugaz sonrisa salieron a cumplir la misión encomendada, ella hacia el norte, él hacia el sur. El día establecido, frente a la tienda del brujo, los dos jóvenes esperaban con sendas bolsas de tela que contenían las aves solicitadas.

El viejo les pidió que, con mucho cuidado, las sacaran de las bolsas. Los jóvenes lo hicieron y expusieron, ante la aprobación del viejo, los pájaros cazados. Eran verdaderamente hermosos, sin duda lo mejor de su estirpe.

- "¿Volaban alto?", preguntó el brujo.

- "Por supuesto, como lo pediste... ¿y ahora?", preguntó el joven. Esperamos un sacrificio, ¿hemos de matarlos, qué hemos de hacer?"

- "No", dijo el sabio anciano. "Haced lo que os digo. Tomad las aves y atadlas entre sí por las patas con estas tiras de cuero. Cuando las hayáis anudado, soltadlas y que vuelen libres."

El guerrero y la joven hicieron lo que se les pedía y soltaron los pájaros. El águila y el halcón intentaron levantar vuelo pero sólo consiguieron revolcarse en el suelo. Unos minutos después, frustradas, las aves arremetieron a picotazos entre sí hasta lastimarse.

- "Este es el conjuro. Jamás olvidéis lo que habéis visto. Sois como un águila y un halcón; si se atan el uno al otro, aunque lo hagan por amor, no sólo vivirán arrastrándose, sino que además, tarde o temprano, empezarán a hacerse daño el uno al otro. Si queréis que vuestro amor perdure volad juntos pero jamás atados".

martes, 4 de mayo de 2010

Cerrando Círculos

Aprovecho la historia que me manda una amiga de un grande como Paulo Coelho para animar a cerrar círculos y abrir la puerta a nuevas experiencias que alimenten nuestro corazón y nos hagan sentir vivos, sin duda, soltar es clave. Ya lo hace nuestro sabio cuerpo cuando desde el mismo instante de nacer coge del exterior lo que necesita (el oxígeno) y suelta lo que le ha dado vida pero ya no hace falta en forma de dióxido de carbono. No me enrollo, os dejo con las palabras del maestro Coelho.


Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos, como quieras llamarlo. Lo importante es poder cerrarlos, y dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.

¿Terminó tu trabajo?, ¿Se acabó tu relación?, ¿Ya no vives más en esa casa?, ¿Debes irte de viaje?, ¿La relación se acabó? Puedes pasarte mucho tiempo de tu presente "revolcándote" en los porqués, en devolver el cassette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho. El desgaste va a ser infinito, porque en la vida, tú, yo, tu amigo, tus hijos, tus hermanos, todos y todas estamos encaminados hacia ir cerrando capítulos, ir dando vuelta a la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la vida y seguir adelante.

No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos porqué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso, a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, romper papeles, tirar documentos, y vender o regalar libros.

Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar. Hay que dejar ir, hay que dar vuelta a la hoja, hay que
vivir sólo lo que tenemos en el presente
.

El pasado ya pasó. No esperes que te lo devuelvan, no esperes que te reconozcan, no esperes que alguna vez se den cuenta de quién eres tú. Suelta el resentimiento. El prender "tu televisor personal" para darle y darle al asunto, lo único que consigues es dañarte mentalmente, envenenarte, y amargarte.

La vida está para adelante, nunca para atrás. Si andas por la vida dejando "puertas abiertas", por si acaso, nunca podrás desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción. ¿Noviazgos o amistades que no clausuran?, ¿Posibilidades de regresar? (¿a qué?), ¿Necesidad de aclaraciones?, ¿Palabras que no se dijeron?, ¿Silencios que lo invadieron? Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo, si no, déjalos ir, cierra capítulos. Dite a ti mismo que no, que no vuelven. Pero no por orgullo ni soberbia, sino, porque tú ya no encajas allí en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio.

Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año. Por lo tanto, no hay nada a qué volver. Cierra la puerta, da vuelta a la hoja, cierra el círculo. Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por ti mismo, desprender lo que ya no está en tu vida.

Recuerda que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo. Nada es vital para vivir porque cuando tú viniste a este mundo, llegaste sin ese adhesivo. Por lo tanto, es costumbre vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir.

Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente se puede lograr, porque te repito: nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad. Pero cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacúdete, suéltate.

Hay muchas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escojas, te ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad. ¡Esa es la vida!

Paulo Coelho