viernes, 21 de agosto de 2009

Enfado vs Resentimiento

Hablando de emociones el otro día en un curso surgía la pregunta de cual era la diferencia entre enfado y resentimiento, en ocasiones pueden querer decir lo mismo pero hay matices que los diferencian y que provocan que pueda ser difícil deshacerse más de uno que del otro.

El enfado, o la ira, es una emoción básica que como hemos visto en otros post nos sirve para defendernos cuando nos sentimos agredidos. Cómo emoción es adaptativa y transitoria, se mantiene mientras nos sentimos agredidos y cuando volvemos a sentirnos seguros desaparece. No podemos olvidar que se convierte en traumática aquella emoción que no se ha podido expresar, cuando la expresas dejas fluir la energía retenida. No importa lo que pasó, lo que queda como una dolorosa carga es la energía que se estancó, cuando te permites sentir esa energía pese al malestar que provoca estás completando la situación, estás dejando que esa energía, que tenía una función en el pasado cuando te sentías en peligro, fluya hacía afuera una vez que ya no es necesaria. El enfado se complica cuando nuestros pensamientos sobre la situación impiden que fluya, con el pensamiento provocamos que la situación que pertenece al pasado sea permanentemente presente y nuestro cuerpo siga reaccionando hacía ella con una defensa, inútil porque el peligro que la creo ya ha pasado, pero eso es algo que nuestro sistema límbico no sabe y sigue haciendo su función: protegernos.

El resentimiento, como la propia palabra indica es re-sentir-miento y por tanto es volver a sentir un sentimiento y esa vuelta tiene un gran componente cognitivo. Donde el sentir debería pertenecer al momento en el que transcurre la acción, nuestra mente en su intento de control se asocia con la emoción y provoca que ésta vuelva una y otra vez y se sienta como permanentemente presente como veíamos antes. El resentimiento, no tiene que ver con lo que pasó, tiene que ver con lo que pensamos sobre ello y esto nos impide dejar que se vaya.

Además, donde el enfado es siempre hacía afuera, el resentimiento tiene una parte que es hacía nosotros mismos, pero al poner esa parte en el otro nunca podemos resolverlo. Si el otro me hace algo me enfado para protegerme, pero si yo hago algo y el otro no responde como yo espero entonces me enfado con él cuando en realidad estoy enfadado conmigo mismo. A veces, cuando no soy capaz de perdonarme a mi mismo, me enfado hacia fuera para ocultar esa parte de mi que no soy capaz de aceptar, por eso el resentimiento nos acompaña es tan difícil de resolver, porque estamos enfocando en la dirección equivocada y porque el pensamiento, por mucho que se empeñe y trabaje, es incapaz de dejar fluir la energía de la emoción.

Por eso tantas veces se dice que el resentimiento es algo que quema por dentro... ¡porqué es ahí a donde pertenece, a mis adentros!

Aunque sin duda es más fácil enfadarse con el otro que con nosotros mismos, la mayoría de las veces es más sabio:

1. Pararse.

2. Dejar que los pensa-mientos vengan y se vayan sin enredarse en ellos, observar el pensamiento.

3. Sentir la sensación corporal de tensión, abrirle un espacio a esa tensión en nosotros y escuchar a nuestro cuerpo dejando que esa energía fluya y se vaya.

Podemos elegir dejar de ser esclavos de aquello que nos hizo daño en el pasado para poder disfrutar plenamente de nuestro presente.

lunes, 10 de agosto de 2009

Precisamente

Precisamente porque le doy importancia no trato de poseerlo y dejo que sea lo que es...

sábado, 8 de agosto de 2009

Viaje Lhasa-Beijing, una lección

Cuando cogimos los billetes para el tren que nos llevaría desde Lhasa a Beijing la idea era disfrutar del tren más alto del mundo que nos llevaría por parajes inolvidables (www.chinatibettrain.com), en lo que se convirtió fue en otra pequeña prueba para nosotros...



Por la incompetencia, o el engaño, de la agencia de viajes de Tibet nos bajaron una categoría en el tren y eso significaba pasar de los "soft sleepers" vagones de literas para cuatro personas (mayoritariamente occidentales) al lado de la cafetería por otros, "hard sleepers" para seis personas, compartiendo baño con otros diez camarotes y separados de la cafetería por 6 vagones de "hard seats" donde la gente se apiñaba en cada hueco que encontraba. Mi compañera de viaje me recordaba que los de la India eran mucho peores, supongo que al ver mi cara se esforzaba por animarme ante la imagen de las 48 horas que nos quedaban por delante sin salir de allí... ¡48 horas metidos en un tren! rodeados de personas de otra cultura que venían a vernos y a hacernos fotos porque éramos los únicos occidentales lo suficientemente atrevidos para habernos metido allí... sin música (que se había quedado junto a Buda en la mochila) y con tan solo un libro... se presentaba un viaje muy largoooooooo.

Así que tenía dos opciones, quejarme y pensar en lo que quedaba por delante o ver que había detrás de esta experiencia... y me decidí por la segunda opción (si hubiese decidido la primera no existiría este post...). En el fondo el viaje en tren es la mejor manera de sumergirse en la cultura del país visitado, tanto con sus cosas buenas como con sus malas, y si dejas que la mente acostumbrada a la comodidad se apague entras en un estado de comunión con el lugar imposible de conseguir de otra manera.

Silenciar la mente... estar en el presente...

De nuevo la mejor manera de transitar por los momentos difíciles que se presentan en todo viaje, turístico o vital. Y cuando silencias la mente con sus pensa-mientos de lo que debería ser, lo que queda, la incomodidad, la falta de higiene, la comida, el aburrimiento... entonces entras en el Ser y en el Ser todo está bien. Así que el viaje se transformó en una experiencia única de como sentir el aburrimiento, transformando esa esclavitud que tenemos con respecto a estar siempre haciendo, y aprovechar las horas de tren para descansar y llegar con energías físicas, que las internas estaban por todo lo alto, renovadas a Beijing.

El estado de ánimo con el que nos encontramos depende directamente de los pensamientos que tengamos, nuestra mente crea la realidad. Cuando simplemente observas la mente sin implicarte ni darle o quitarle la razón a sus argumentos, la mente poco a poco se acalla y entras en un estado en el que el aburrimiento no existe porque cuando entras en conexión con tu Ser todo está bien, es imposible estar mal. Es el ego, la parte de nuestra personalidad construida la que nos dice que tenemos que hacer algo para ser, SER=HACER, si haces las cosas bien eres bueno, si las haces mal eres malo y si no haces eres vago o estás perdiendo el tiempo. Pero más allá de ese discurso esta el Ser y en el Ser es imposible que las cosas estén bien o mal porque se supera la dicotomía a la que nos obliga la mente y se llega a la unidad con todo lo que nos rodea.

Y así fueron pasando las horas, de una manera completamente diferente a lo que hubiese sido el viaje en avión, diferente a lo que hubiese sido el viaje con mi mochila, libros, ipod, etc. Porque si tan solo una de las cosas hubiese sido de otra manera la experiencia no habría sido la misma, incluido el regalo de haber hecho el viaje con Sherainae compartiendo, apoyando y enseñandome durante toda esta investigación espiritual e interna que, sin duda, me ha hecho crecer algo más.

Y al llegar a Beijing, tras 48 horas exactas de viaje y tras dejar las cosas en el hotel, nos fuimos a visitar la ciudad perdida, un parque que había en frente, la plaza de Tiannamen y volvimos andando al hotel tras recorrer la calle de tiendas modernas, no se cuantos kilómetros hicimos ese día, pero si se de donde habíamos sacado las fuerzas.


Nuestros compañeros de viaje, resultaron ser majísimos y nos cuidaban mucho


El cubículo donde transcurrieron la mayoría de las horas


Los paisajes fueron, durante todo el trayecto, espectaculares