viernes, 27 de junio de 2008

Construir nuestra vida


El otro día aproveché la noche de San Juan para seguir construyendo mi vida. Hay momentos del año que son mágicos, no por ellos en sí mismos sino por el significado que nosotros les damos y la noche más corta del año es un gran motivo para seguir construyendo la vida.

Los últimos avances de física cuántica nos ofrecen descubrimientos sorprendentes. El principio de complementariedad de Bohr nos dice que el modelo corpuscular y el ondulatorio son complementarios, en lugar de contradecirse se complementan. Cuando una partícula es detectada por algún tipo de interacción (observar es interactuar inevitablemente) actúa como una partícula en el sentido de que está localizada, y cuando está en movimiento, actúa como una onda que se extiende y no está localizada.
El experimento de Young de la doble rendija, en el que se hace incidir un haz de electrones sobre una pantalla con dos rendijas y se observa la imagen que se dibuja en una segunda pantalla colocada detrás, demuestra que la imagen que resulta tiene un dibujo característico como si los electrones hubiesen pasado por... ¡las dos rendijas a la vez! Esto es difícil de explicar desde la física clásica (y desde nuestra comprensión). Si queremos comprobar por cual de las dos rendijas ha pasado el electrón estamos obligados a alterar el experimento colocando algo que pueda determinar por que rendija a atravesado el electrón, un detector de partículas o un haz de luz para poder observar. Esto produce que los electrones choquen con los fotones y se comporten como partículas, desapareciendo la interferencia y cambiando el dibujo de la pantalla posterior. Cuando se observa por cual de las dos rendijas a pasado el electrón es como si lo obligásemos a pasar solo por una, como si respondiesen a nuestras expectativas.

La física cuántica nos apunta que cuando observamos un sistema cuántico... ¡nuestra interferencia lo transforma! y desde ahí las investigaciones se concentran en averiguar hasta que punto nosotros somos cocreadores de nuestra vida. Es evidente que nuestra capacidad de influencia depende de nuestro nivel de capacidad energética, el pensamiento no deja de ser un tipo de vibración que le puede mostrar al observador un tipo de realidad u otra.

Los átomos se encuentran en un perfecto equilibrio entre el positivo y el negativo (protón y electrón) y cuando no lo están se excitan y empiezan a moverse para buscarlo. Así, está formado el Universo, en perfecto equilibrio entre el positivo y el negativo todo pasa por ambos a la vez con la misma intensidad. Es nuestra observación la que a veces rompe el equilibrio, si nos empeñamos en observar la rendija negativa obligaremos a que las partículas se materialicen y pasen por esa rendija, si por el contrario ponemos luz sobre la rendija del positivo estaremos materializando las partículas en ella. Yo no se mucho de física cuántica e intuyo que queda mucho todavía por descubrir para los que si saben, pero una cosa parece estar haciéndose cada vez más evidente, materializamos aquello sobre lo que ponemos nuestra atención, nuestra energía y nuestra luz.

La pasada noche de San Juan yo opuse toda mi energía en aquello que deseo, teniendo la osadía de pedir además la colaboración del Universo desde esa seguridad que me da sentirme parte de él, con la confianza de que mi observación y mi esfuerzo tendrán la fuerza necesaria para materializar esas ondas que recorrieron mi pensamiento. Pongamos luz a nuestros sueños cada día para ir así, paso a paso, construyendo nuestra vida.

miércoles, 18 de junio de 2008

Este día

El pasado lunes le decía a un paciente, un chico con su talento escondido bajo gruesas capas de miedo y culpa, "hoy es el único 16 de junio de 2008 que vas a vivir en tu vida, no tendrás ninguno más, ¿qué vas a hacer con él?"
Justo esa noche viajaba a Barcelona, una ciudad con algo especial que me conquista más en cada viaje. El martes, siguiendo lo que era un paso obligado en cada visita y que se ha convertido en un agradable ritual, me acerque a la libreria Excellence y compré un libro "Almas gemelas" de un autor, Raimon Samsó, que apareció en mi vida en esa misma libreria y que me llamó irremediablemente a través de su libro "El maestro de las cometas", un libro que, como todos los que te llaman cuando pasas a su lado, tuvo en ese momento una importante enseñanza para mi.

Pues bien, leyendo en el vuelo de vuelta, acompañado por una luna perfecta, en presencia y en recuerdo, aparecen las siguientes palabras en el libro: "El tiempo que te toma realizar un trabajo es el mismo que transcurrirá si no haces nada en absoluto. Aprovecha tu tiempo. La vida va a pasar de todos modos. Existe cierta regla cósmica por la cual intercambiamos nuestro tiempo -la vida- por aquello que nos hace sentir vivos -lo vivido-. Es decir, entregamos vida a cambio de vida. Es ése un intercambiofascinante, y sin duda justo.
Pero si te guardas tu aportación, sin ofrecerla a los demás, entonces haces de tu experiencia algo incompleto. Todos podemos comprometernos con un propósito en la vida. ¿Cómo reconocerlo? Preguntándote qué es aquello que, constituyendo tu talento natural, contribuye al mayor bien al ponerlo al servicio de los demás. ¿Qué harías de tu vida si tuvieses el éxito garantizado? ¿Qué atrae más luz a tu vida? ¿Cuál es tu talento secreto? Un don no es algo que recibimos, es una habilidad que nos damos a nosotros mismos al ejercitarla.
Todos tenemos algo que ofrecer a los demás por increíble que parezca. La belleza de este día necesita de todos nosotros. ¿Qué harás, Víctor, con este día?"


¿Sincronicidad, casualidad, coincidencia...?

Por cierto, ¿qué vas a hacer tú con la única oportunidad de vivir este día?

jueves, 12 de junio de 2008

El camino de la alegría

Esta muy bien eso de seguir nuestro camino pero ¿como saber que el camino por el que transito es "mi camino"?

En otros post, hemos hablado de las emociones "negativas" y sus beneficios, especialmente centrados en la supervivencia. De las emociones básicas del ser humano nos queda hablar de una, la alegría.

Y la traigo hoy al blog porque creo que la alegría es la señal del cuerpo de que vamos por buen camino, por nuestro camino. La felicidad es un proceso, un camino lleno de pequeños o grandes objetivos que se van alcanzando para llevarnos a otros y cuyo fin último es el crecimiento y la evolución. Y como estos se pueden desarrollar siempre la felicidad solo puede ser un proceso, el día que dejamos de crecer, morimos. Por eso las personas que bloquean su crecimiento, porque el dolor o el esfuerzo que a veces conlleva son demasiado grandes, se sienten muertos (depresión) o desean estarlo, se produce en ellos la pelea entre la parte que impulsa a crecer y evolucionar y la que trata de frenar (ansiedad, distimia, cansancio vital...).

En ese proceso de crecimiento la alegría es la emoción que nos va guiando, cuando sentimos alegría al hacer algo entonces es que ese algo está en íntima conexión con nuestra misión personal, cuando no existe alegría y el esfuerzo se queda solo entonces probablemente estemos remando contra corriente (de nosotros mismos).
Cuando creamos nos sentimos felices y deseamos repetir esa acción una y otra vez hasta que sentimos que eso que creabamos ha sido completado, entonces ha llegado el momento de parar y empezar a enfocar la energía en crear algo nuevo. La falta de alegría es señal inequívoca de estar estancados o haber cogido el camino incorrecto.

El ser humano es un ser vivo y por lo tanto es dinámico, necesita crecer, moverse, desarrollarse. El estancamiento provoca dolor, una buena señal del cuerpo que muchas veces nos empeñamos en pasar por alto o combatir, el crecimiento provoca alegría. Sigamos pues las señales de nuestro cuerpo, especialmente cuando nuestra mente se pierde en su deseo de controlar y nos sentimos confusos y sin rumbo. Cerremos los ojos e imaginemos aquello que nos arranca una sonrisa y, sin abrirlos, dejémonos llevar hasta allí. Luego, evidentemente, los recursos de la mente nos ayudarán a conseguirlo, a ser efectivos, a llegar hasta ello de la mejor manera posible.

Así que cuando dudes en el camino pregúntale a tu cuerpo. Pero no sólo al miedo que está muchas veces provocado por esa intención de la mente de protegernos a través de imaginar el futuro de la manera más negativa posible para prevenirnos, sino sobre todo a esa otra emoción básica que se nos ha concedido porque... si hace que nos sintamos tan bien... eso tendrá que tener un sentido.

martes, 3 de junio de 2008

Un nuevo camino

Se miró al espejo y, por primera vez en los últimos veinte años, no parecía faltar nada.
Miró más profundo, como si no se acabase de creer esa sensación que tenía, aquel espejo siempre le había reflejado lo que le faltaba, lo que no era suficiente, había sido instigador de mil peleas internas, testigo de aquella mirada desesperada entre lágrimas y preguntas que pintaban las paredes de color sangre.
Ahora todo lo que veía era una total serenidad, trataba infructuosamente de buscar aquellas sensaciones que habían sido tanto tiempo compañeras, pero sólo se encontraba de nuevo con esa, su mirada. Una mirada que sólo transmitía amor, aceptación, no es que las cosas hubiesen cambiado, es que ahora las percibía de otra manera. No es que ya no hubiese nada que trabajar o mejorar es que ahora se podía hacer desde la bondad y la aceptación. ¡No faltaba nada! y a la vez entendía que nunca había faltado, todas las cosas que había acumulado seguían ahí, apiladas en el mismo sitio, no habían cambiado y parecían aun menos importantes de lo que una vez habían sido.
Lo único importante, y a lo que volvía una y otra vez como hipnotizado, era esa mirada, ese reflejo de luz que le llegaba desde el espejo devolviéndole una sonrisa a su cara de incredulidad, de sorpresa. Trataba de llenarse de ella, de atrapar cada significado, sin saber que ya no podía perder esa sensación de plenitud, que la lucha había terminado, que sin saber como ya había perdonado y con ello también se había perdonado.
Y con la seguridad y el subidon que produce llegar con éxito al final de un camino, se concentró en sus pies, tratando de ser consciente, de disfrutar intensamente de esos primeros pasos de un nuevo camino que, aunque sabía que no iba a ser todo buenos momentos, le abría las puertas a un mundo desconocido que tras tantos años de oscuridad iba a ser un placer poco a poco iluminar.

domingo, 1 de junio de 2008

Nubes grises

Hoy es un día de esos que amanecen tan grises que despiertas con las gafas de mosca tan acopladas que ni te das cuenta de que las llevas.
No ha ocurrido nada malo, simplemente unos pedacitos de exceso de trabajo, unos trocitos de falta de sueño que te recuerdan la edad que tienes y sus consecuencias (no quiero ni imaginar como se puede levantar la gente que además de trasnochar bebe alcohol o toma otro tipo de venenos), una cama que tantos años después resulta algo extraña y unas gotas en la ventana anticipo de un día gris.

Hoy es un día de los otros, de los opuestos al de hace exactamente una semana.

Pero sólo hace falta un poco de consciencia, un poco de compromiso con uno mismo, un poco de capacidad de elección para coger esas otras gafas que has dejado en la mesilla. Y entonces, recuerdas que la falta de sueño se debe a un encuentro con personas con las que te descubres hablando entre grandes risas de cosas que... ¡pasaron hace 20 años! Y que la noche anterior fue por celebrar un año de desencuentro que, obviamente, se ha transformado de nuevo en encuentro y donde sobran los regalos porque el más preciado no ha dejado de estar siempre dentro, en el SER, y ahora, en el "estar", se materializa hermoso ante tus ojos.
Con las nuevas gafas recuerdas que un simple mensaje de móvil enviado desde un lugar cómplice fue capaz de iluminar una larga espera a una de esas cenas.
Y que asistir a una lección que ya habías oído antes se transforma cuando te colocas en el lugar del principiante, sacando entre líneas un montón de mensajes nuevos.
Y claro, también te das cuenta que los pedacitos de exceso de trabajo en realidad son una elección que te apasiona mientras desarrollas esa misión que ya sabes que es "tu misión", incluso en ese instante empiezan a venir a borbotones nuevas ideas que te llevan a sentarte con ilusión delante del ordenador y... ¿donde estaba el cansancio? Mientras te haces consciente de que en unas horas comerás con la gente que quieres, con la familia, esas personas que con sus enseñanzas, sus errores, su enorme esfuerzo y, sobre todo, con su incondicional cariño te han ayudado a ser quien eres.

Te das cuenta de la suerte que tienes de poder elegir en tu vida, de que es verdad que eres un elegido, aunque esas gafas que llevas ahora puestas te recuerdan de inmediato que hay cosas que no son suerte, que son trabajo, disciplina, elecciones, compromiso... y crece en ti la sensación de plenitud, de satisfacción y recompensa por el esfuerzo realizado.

Y entonces, no se sabe muy bien por qué, empiezas a darte cuenta de que eres capaz de disfrutar de las bellas y caprichosas formas de esas nubes grises. Que incluso si en vez de mirar hacía arriba miras hacía abajo descubres un verde intenso (que luce tan bonito gracias a la ayuda precisamente de esas nubes) rodeando al azul del agua que tantos recuerdos de infancia trae a tu memoria.


Así el día se ilumina, como si la luz que falta fuera estuviese manando a borbotones desde dentro, el cansancio del cuerpo te lleva a imaginar como cuidarlo de una manera creativa y así, en unos instantes, tu día es completamente diferente a como empezó y la vida tiene otro color.